Cosmos

Bueno... este es el primer cuento que publico asi que espero les guste
Cosmos
Flotaba, subía, cuando entendió que estaba volando ya podía ver la ciudad donde vivía desde lo alto, las personas tenían el tamaño de hormigas y los edificios eran hormigueros de singular belleza. Seguía subiendo, pasó a lado de las nubes, pudo tocarlas, sentirlas y ver como el algodón celeste se deshacía entre sus manos, instantes después ya lo rodeaba la obscuridad del espacio, la Tierra entera se mostro ante sus ojos con la blanca Luna a su lado, en ese momento descubrió que mas que subir se estaba alejando, pudo por unos instantes ver el Sol, contemplo Júpiter en todo su esplendor, se maravillo con los anillo de Saturno, cada vez más rápido parecía hundirse en los confines del cosmos. Sus ojos vieron nacer y morir estrellas, cometas en un viaje sin destino alguno, galaxias, como islas de luz en un mar de obscuridad, el universo entero desfilo ante su mirada con sus descomunales explosiones y colisiones, con sus brillos mágicos y sus destellos venidos de ningún lugar.
De repente se detuvo, las distancias se transformaron, el tiempo freno su marcha, sus sentidos se trastornaron, pudo oler los colores, pudo tocar el silencio y verlo todo con solo desearlo, contemplaba toda la danza cósmica hasta los confines del infinito universo, la gran obra de la creación ante él, su único dueño, en ese instante era dios.
De pronto, todo empezó a pasar de nuevo ante sus ojos, como si fuera una película que ahora estaba viendo desde el final, volvió a contemplar las mismas galaxias, en el inmenso y obscuro mar, vio regresar los cometas del infinito, renacer las estrellas que murieron y desparecer las estrellas que nacieron, todo cada vez más rápido, en ese momento se dio cuenta de su destino, un escalofrió recorrió su cuerpo, caería a la Tierra, y moriría. Porque la muerte es el único castigo para aquellos que se creen dios. Cada vez más rápido, pensó, su fin se acercaba cada vez más rápido, Saturno y Júpiter pasaron junto a él como un destello, cerro sus ojos para no ver, trato de no pensar, cuando los volvió a abrir la Luna ya estaba muy lejos, trato de voltear, en sus últimos segundos de vida quería contemplar la Tierra que le daría muerte y seria su tumba. Atravesó las nubes y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos para después ser llevadas por el viento que golpeaba contra su cara, podía ver de nuevo su ciudad natal, por momentos creyó reconocer su casa y le dolió pensar en todas aquellas personas que jamás volvería a ver. El suelo ya estaba a su alcance, podía ver los guijarros y las rocas que se enterrarían en su cuerpo por la brutal caída, el terror que le provocaba pensar en el dolor que esto le causaría lo hizo gritar, trato de frenarse con las manos pero sabía que era imposible, ahí estaba el suelo, duro y rígido esperándolo como un verdugo inclemente, trato de protegerse la cara, cerro de nuevo los ojos y…Se sumió en la obscuridad, sintió como una mano lo tomaba del hombro y lo agitaba levemente.
– Hey… Adrian… ¿Estás bien? – escucho que le decían, reconoció la voz, era Miranda, la persona que más amaba, como le gustaba pensar en ella y en su nombre, que parecía guardad algún secreto maravilloso.
– Si… si, ya estoy bien, no te preocupes– le respondió mientras tomaba el carrujo de mariguana que ella tenía en la mano, aspiraba lentamente su picante humo y volvía a perderse en los confines del cosmos.

 

Mi estimado Naru, es genial tu relato. Viajes en el tiempo, viajes astrales, sueños alucinatorios...Has sabido mantener el interés del lectos hasta el final, hasta esa vuelta a la realidad pura y dura, hasta esa amorosa mano que le ofrece nuevamente la posibilidad de soñar y de viajar en el tiempo. Historia circular excelentemente lograda. Gracias por este regalo. Un abrazo.

 

gracias por tu comentario y es un enorme placer el saber que te halla gustado el cuento