de un pequeño niño

Ella oculta mi visión de la vida misma, me ata caudalosamente sobre un mar al roció de su iris cristal, me cubre para no observar deliberadamente el cerrojo con que entrañan la maleza de este tiempo, despliega dentro de mí la labor y la condena, yo no suelo ser persona, ni una extraña forma reposada sobre la belleza existencial de sus cartas celebres, a veces pienso que debí consentir de mi mismo en otro estado la calma, exuberantemente y logro discernir de la aguja un punzante latido de eternidad. Calma mi sed como la sangre colma la copa y en mi frente la desgracia amaina sin pena.

Depurar la muerte, y un febril reposo siniestro que culmina con su vida, hasta atiborrar con lirismos mi entendimiento, me lleva al éxtasis de la palabra, mientras pierde el aliento, yo borro exacerbado cada pormenor al deterioro de mi gracia, ella leve y delicada oculta su vista, y se cierne como una rosa sobre la maleza, para semejanza de este ocaso intrascendente, su cuerpo declina al pago de un juicio mal valorado, dejándome una extrañada flagelación anímica, y un aturdido consentimiento sobre lo que llaman humanidad.

 

Mi estimado Elyon, es muy bueno tu relato. Me ha gustado mucho. Un abrazo.

 

muchísimas gracias amigo, es un gran honor tener un comentario de uno de mis escritores favoritos en este portal.