Aquella carnicería

Aquella carnicería

Qué felicidad cuando recuerdo
aquella carnicería,
el aroma a verano,
la tarde florida,
el sabor del helado,
rincones de heladería.

Los mozos paseando,
las ropas tendidas,
las mozas festeando,
con su sí, y no regalía.

Son sabores de carnes
y embutidos anisados,
son los pasos gigantes,
los recuerdos vibrantes
de los puros fumados;
y sólo el hombre elegante
se viste de sedas,
por las alamedas
de un pueblo explotado.

Ríos de tinta roja
corren por tus paisajes;
ríos que fueron bancos
azules de peces pajes,
y príncipes de linajes
sangraron tus verdes trajes.

Huelva querida y no conocida,
la España de los jabugos,
tu entraña dañada grita
a las minas del oro ingrato;
revienten tus golondrinas,
salpiquen tus pueblos albos,
y puedan ser tus letrinas
retretes despotricados.

Que ensucien toda la villa,
que pasen a garrote y palo,
a todo el que se prive
de ver tu desaguisado.

No, lo dicho por mí no admite discusión…
Discuta usted con Lorca de la incompatibilidad
entre la civilización moderna y la naturaleza;
Lorca y yo somos muy afines,
poco a poco me he ido dando cuenta…
Lorca es verdadero… yo soy más travieso,
si bien es verdad que verdadero es el pensamiento Lorquiano
que aún en el pasado sería de aplicación
pues las minas de ese palmo desde tiempos que ha, lo son...

 

añoranzas que se quedan clavadas en lo profundo de nuestro ser,
hermoso escrito, me encantó le dejo estrellas y un cariñoso abrazo

 

Bellas letras, un poema precioso muy bonito, lindísimo.

 

Muchas gracias por tu comentario, Soñadora. Un abrazo

 

Muchas gracias por su visita, Jorge. Un abrazo