Miedo

Que no vales nada, eso sientes cuando todo lo que tienes vale millones, tu familia, tu compañera... Todos dan todo por ti, todos luchan por ti, y tu solo devuelves ego, solo devuelves desprecio, te crees alguien importante, te crees listo, seguro, te ves confiado, y en realidad solo eres miedo, tienes miedo de todo y de todos, eres frágil y débil, aunque te vistas de fuerte...

Y esas mismas personas que todo dan por ti, te quitan esa falsa armadura, la máscara que cubre tu asustado rostro, y te ponen de un revés frente al espejo, a que mires el desastre que eres, lo egoísta que eres, lo vacío que estas, y lo peor de todo, que es porque quieres, porque te brindan sus manos y las empujas de un manotazo, te ayudan a levantarte y te levantas tirándolos a ellos, porque el mundo te ofrece su mejor sonrisa y tu le haces un corte de mangas...

Miras hacia atrás y te ves a ti, más pequeño, en teoría más débil, menos objetivo, más inmaduro, y tienes certeza de ello, pero un día, miras de otra manera, y ves con la misma certeza o más que no, que tenías más claros tus objetivos, al menos como persona, como aspecto general, sabías perfectamente quien eras y quien querías ser, que odiabas y que amabas, fueran muchas o pocas cosas. Pero creces, ves el mundo que te rodea, que te contiene, ves a que velocidad y con que firmeza se dirige al desastre cada día, cada minuto, y esas seguridades te abandonan, tu verdad se desmorona, cosas que amabas ahora las odias y viceversa, ¿Qué puede dar más miedo que eso?

Por eso ahora voy sin rumbo, por eso ahora soy una sombra de quien era, ese niño que nació para sufrir, bueno por naturaleza, con un ángel y una fortaleza a simple vista invisibles pero enormes en realidad, ya no es si no una pesadilla de sí mismo, una degeneración forzada, que poco a poco deja de ser forzada y se deforma ella sola, se pudre y se aleja de si mismo y de sus ideales casi por voluntad, víctima de sus miedos y de los miedos de los demás, víctima o culpable de no haber luchado por seguir así y rendirse a criticar el mundo y no cambiarlo... Supongo que por eso los grandes hombres son grandes hombres, porque no se limitan a llorar sobre como es el mundo, si no que no les gusta y lo cambian o al menos luchan por ello, pero es difícil querer luchar cuando hundiste la cara entre las rodillas en un frío lamento hace tiempo.

 

Muy buenas líneas Perico.

Tiempo sin leerte.

Gracias por compartirlas.

Un abrazo.

 

Gracias Cesar, me salió esto a raíz de mi experiencia personal, y una obligada restrospectiva reciente me hizo ver varias de estas cosas.


Saludos

 

¡excelente! Un diez.

 

Muchas gracias amigo.


Saludos