Poeta de la muerte

Ha venido a llevarme
A calmar mi sed de desaparecer
De extinguir el último aliento de mi sufrimiento
De proyectar el infinito descanso, las infinitas tinieblas
Aquél olvido tan esperado, aquél extinguir tan ansiado
Ya mi cuerpo apenas lo siento, desaparece, se estremece
Y el calor me abandona, pero no lo siento
Y el frio me abandona, pero no lo siento
Todo es abandono, soledad y olvido
¡Qué satisfacción, qué droga, qué locura!
El estado puro, inerte, sin temores
Sin vanidades ni horrores
Solamente soy yo con ella
Me acurruca en sus brazos y bebe mi sangre
Me abraza en su lecho y aspira mi aliento
Mientras me deseco, se van las calles
Se pierden las plazas y los bosques
Ni la luna ni el día recuerdo y ya, por fin la muchedumbre huye
Me dejan en paz, solo con mi agonía
Me entrego totalmente sin pelea, sin rencor ni angustia
Mi mente desaparece y vuelo, las tinieblas se apoderan al fin de mí
Y es el momento, el instante preciso de consentir mi extinción
De consentir mi extinción

 

Me has identificado con tu majestuosa pluma! Saludos cordiales. Anas

 

extinguirse suena sublimal, grato leerle