Nada queda, nada...

Nada queda, nada...

Es después de este amor que nada, nada queda.
Nada del vendaval que sesgó con locura,
las sombras de la noche, los días de su albura,
cual rosas que se arrancan de una gran rosaleda.

Nada me queda, nada… Sólo giro en la rueda
de la tierra y sus montes, de la mar y su hondura,
de la tersa dureza, de la amarga dulzura,
del manto más opaco, de la más clara seda.

Tu luz se desvanece, volátil añoranza,
como un astro distante en sueños sumergido.
Pasan… pasan los días y, desde que partiste,

asfixio la razón, remato la esperanza,
expiro en el recuerdo, sucumbo en el olvido.
Y nada queda, nada… más que la vida triste.





***​

 

Cuando se pierde todo lo que creemos es nuestra razón de vivir,
es cuando nos damos cuenta que estamos vivos.

Hoy no queda nada, mañana tampoco, en unos meses más o menos.
En un año estarás más vivo que nunca.

El mundo no se acaba, y el sol seguirá saliendo.


(Argumento preventivo jajaja)

Por lo demás. Lindos versos.

 

bella melancolía escrita con inspiración, tu habilidad para hacerlo es notoria

saludos

 

Hola amigo Ro.Bass. Muchas gracias por tener en consideración este humilde soneto. Me ha gustado mucho tu comentario. Tienes razón siempre habrá un y mil motivos más para vivir aun cuando se cree que se ha perdido todo. ¡Saludos, compañero!

 

Os adioses traen tanta tristeza que parece que toda esperanza se la lleva el viento... Pero siempre vuelve a brillar el sol. Placer leerte, un abrazo!

 

Hola amigo Maldonado. Muchas gracias por pasar por estos melancólicos versos y dejarme en tu comentario tan amables palabras. ¡Saludos, compañero! :::sonreir1:::

 

Hola amiga marea nueva. Te agradezco mucho que te hayas tomado la molestia de leer este humilde soneto y dejarme unas bella palabras. Claro que sí siempre vuelve a brillar el sol. Saludos. :::sonreir1:::