El juego Termina

¡Tú!, que a través de tus palabras
me haces sentir como la más misera delincuente,
en está noche oscura de tinieblas y soledad,
con la única compañía de una luna mutilada
por nubes de silencio, pintadas con un difuminado rojo,
mecidas con el trajín del viento, su único verdugo.


“¿Qué dirá el cielo que me observa en mi derrota?”.
Ese mismo viento afable en las palabras,
que sustenta los inexplicables misterios de la vida
con su silbido de melancolía, dispuesto a mis oídos
con ráfagas astutas y delincuentes...


Regresan las palabras martillando
– ¡las que dije! ¡las que dijiste!–
en este maltrecho camino sin sombra,
reminiscencias y delirios, evocando mi condena
– por mi insensatez, por esta locura que me da
cuando te siento cerca– disparatando mis sentidos
en convulsiones sísmicas, ladrando palabras sin razón.


Salen desesperadas lanzadas de aire por tenerte cerca,
¡inútiles en la batalla! El juego termina lento y doloroso,
en un despertar confuso por los fantasmas
que se pasean por mi memoria.
​

 

Sea pues...
cuantas veces se juega el juego,
cuantas veces termina.

Recientemente he visto esa imagen
en seres conocidos. Un saludo.

 

Hay cosas que no se olvidan y regresan como fantasmas.
Grato leerte. Saludos.

 

Un fuerte abrazo Mary...

 

Un saludo y un fuerte abrazo Lourdes, gracias por leerme.