Testigo de la noche

Testigo de la noche

La noche se derrama
cubriendo mi silencio.
Solitario testigo,
me entrego al pensamiento...
busco varias respuestas
pero no las consigo;
cuando me acerco a alguna
me la expolea el viento.
Cubriré todo el cielo
con la gama del sol...
– la noche se derrama
aplastando despacio–.
Benditos brillos diurnos:
invadan el espacio,
inspiren mis ideas,
liberen mis palabras...
De noche abro la boca
sólo cuando bostezo.
La luz todo lo aclara,
destapa mi mutismo.
Testigo de la noche,
conozco sus misterios,
sus robos y amenazas,
su cruel egocentrismo.
No bien hoy amanezca
delataré gritando
todas las mezquindades
de las horas nocturnas.
La luna no me quiere:
me nubla, me adormece,
mutila mis sentidos...
Las estrellas me apuntan,
las sombras me entristecen...
El cielo cuando sopla
desde sus fauces negras,
apaga cualquier luz
que acuda a mis intrigas.
Siempre me ha apasionado
la gran filosofía...
Viene llegando el día
y el sueño me derriba...
Testigo de la noche,
reniego en mi castigo.
Estoy mal condenado
a despertarme siempre
cuando el cosmos se oculta
tras de su oscura manta....


Ariel Carrizo Pacheco​

 

Mil gracias querida Mar! Es cierto lo que decís; la noche se presta para las reflexiones. Este poema no es autoreferencial porque no estoy peleado con las madrugadas; todo lo contrario, escribo bastante en esas horas más calmas.... ¡Un fuertísimo abrazo!

 

Basta una noche en vela para darse cuenta de lo distintas que son las cosas en la oscuridad.

​

 

Sabia observación, estimado Poeta Maramin... Un placer que hayas pasado con tu buen decir por estos versos oscurecidos. ¡Hasta pronto!

 

¡Un fuerte abrazo para ti, amigo Alfonso! Qué bueno que te haya agradado. ¡Hermoso comentario que agradezco desde el alma!

¡Hasta pronto!