Cómo moler hierbas a polvo.

Si me preguntas qué siento, te diré que sigo intentando masturbarme todos los días pensando en otra, y que alguna vez casi lo consigo pero en el instante antes de la lefa siempre aparecen tus ojos por mi cabeza.
La destreza de la naturaleza.

Del olor, huele.
Del dolor, duele.
Del amor, muele.
Me has molido con tus ojos de mortero
los brotes verdes de quererte germinando en vez de pelos.

Me has dado la espada, consciente de que iba a mirarte el culo
y es que no enfundo el alma por estar en constante batalla con el mundo.
Y me duele.
No sé parapor qué me la has dado, ¿Para poder asesinarme sin mancharte las manos?
Lo peor es que me quedo mirando su doble filo,
como un conejo ante un camión en la carretera,
arrastrado por ti como la aguja que lleva al hilo.
Me estás haciendo quedarme en vilo como una vela de doscientos kilos.

Disfruta.
Estás mutando, puta.

Y me despierto cuando de repente todos hemos de saltar a la corriente,
y me doy cuenta malamente que toda la gente se tiró con parapente,
Y yo no.
Quizá que cambies no sea tu culpa. Aunque no me lo creo.
Solo me quedo yo solo esnifando la carcinogenicidad de nuestro ambiente,
que ya no llega a la mitad del medio.
Pero estoy en medio de la muerte,
al final de la buena suerte,
y al principio de no verte.

Pensándote.
Creyéndome sintiéndote.
Pero ya me dijeron varias veces
que a veces,
Dos no sienten si uno no siente.
Y lo curioso es que siempre hay uno que siente más que el otro;
enseñanza desobligatoria que me enseñas,
pero tan cierta como nociva...
Como pura muerte.

Creo que ya no quiero reconocerte.
Te quiero.

Y nosotros si hacemos balanza
romperemos su pintura, las pesas, la base;
el instrumento entero,

Aunque me doy cuenta del tiempo que no cuentas,
y pones la misma cara de mentir que pone la vida cuando dices que no te estás follando a otro.
La misma cara que pone la vida diciendo que todo va a ir a mejor, que cualquier tiempo pasado habrá sido peor.

Qué quieres. Me inventaba cada día que salvaba a tu saliva de otras pieles.
Qué quieres, si enseguida que ya es junio,
vendrá a recogerme el camión quitanieves.
Junto al resto de mis putos copos.
¡Estás loco!

Y de ahí es donde nace por cesárea mi risa sardónica,
mi prisa vesánica, mi sílaba tónica,
mi nieve volcánica,
mis partes escénicas,
mi opaca túnica para taparme de ti
subido a lo alto de este alcor donde llego menos a las estrellas
que desde abajo.


La vida me da sus condolencias,
pero en el fondo sé de sobra que no le duele.

Si me preguntas que siento,
solo siento cómo mueles.
Tú asientes:
"Siento cómo mueres".

 

En única dirección... Me ha encantado.

 

Gracias me encanta que te encante!