La infancia

Se desquebraja la sonrisa con el llanto lejano de una puerta que se cierra, en un fugaz intento de vivir en los espejos, se guardan para siempre las quimeras que vuelan por el viento trayendo en mi ventana la nostalgia de aquellas primaveras. Las mismas que han pasado cual jinetes por el cielo en entrega de llaves que siempre da la vida en etapas que lamento, se cubren entre el barro de la tierra y los inesperados aguaceros. El polvo se levanta a surcar con temple el suelo, dejando sangre alma y vida, sudor con que germina la infancia del hombre obrero. Se empapan las gracias con piruetas y juguetes en un entorno de ramas sueltas y hojas que vuelan cruzando mentes, y desde allá, los llamados siempre son los mismos, cuando acuden en grupo al cementerio a jugar a las escondidas entre lapidas blancas y epitafios que desvelan sueños


La risa se escucha por barriadas de alta y baja esfera, cuando un grupo los chiquillos practican entre juegos a la guerra en un ambiente de paz he inocencia pasajera. Dejan el molde para el adulto que más tarde ignora en su terquedad de ignorancia abierta. No por largo tiempo las abejas fornican con el polen pues viene pronto la nieve y todo queda en un pasado que se anhela. Tiemblan en represa las clases que se jactan cuando la inocencia se vitupera, haciendo a un lado los complejos que se cargan con morrales a través de una cuesta. Los llantos mercenarios en busca de la leche, la atención siempre requerida del verdugo que en sus brazos duerme y se avejenta.


Fui mago por un tiempo, en depresión atrapada cuando la soledad me abraza y se apaga con el giro de cualquier vagón. Mi infancia fue crucial cuando rama en mano me dispuse a batirme con el fuego, alzando el vuelo de entre las quijadas cristalinas de una sublime imaginación. -Una parvada de aves raptó mi ilusión- Varias veces entré en combate con la parca, llorando por aquel clavo enmohecido y sin color, la muerte se fue, más sigue atrapada en mi memoria, recordando en cada lucero que un día me atrapara. Cuando las farolas se encienden, un coro de grillos ciegos canta en armonía la misma triste canción, y el amor se ve invertido con un bello brío de atardecer moribundo, crepúsculos sema unidos entre mundos de papel multicolor; placeres líquidos y besos que pelean con el fuego, la infancia germina cuando el miedo se termina, en reminiscencias pardas que hoy añora mi vejes.

 

La narrativa tiene el atractivo del léxico utilizado. Muchas imágenes que dan brillo y vistosidad a la labor de crear una prosa poética. Un placer dejar mis saludos.

La última palabra rompe la armonía del texto: "vejez"

 

Gracias por la observacion a mi trabajo. Saludos