Letra con sangre entra - soneto

Letra con sangre entra

Puede ser que algún día en una esquina
se encuentre con la cara, por sorpresa,
de aquella odiosa monja, sor Teresa,
de mirada afilada y piel cetrina

que de niña le tuvo mucha inquina
y que enfadada era una posesa;
la azotaba inclinándola en la mesa
para darle mejor su cruel tollina;

ella era tierna infante y no podía
hacerle frente a una mujer tan brava
que vestía de negro como un grajo.

“Letra con sangre entra” le decía,
y ella de su familia se acordaba
mentándole a su madre por lo bajo.

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¡Vamos, lo suscribo al cien por cien! La mía se llamaba Sor María Asunción y aún me acuerdo, que tenía yo 8 añitos y porque le susurré algo a mi compañera de mesa me hizo salir del pupitre, llegar hasta su mesa y allí me propinó un bofetón que todavía me escuece.
Y yo que estaba acostumbrada al cuadro de honor y no a los bofetones pasé varios días sintiéndome mancilladísima, pensaba que los ojos del universo estaban fijos en mí y sus dedos acusadores me señalaban... Y no fue justo porque yo era una alumna modelo (y no es porque esté yo delante, es que era buenísima)...
Me ha gustado tu poema, (aunque supongo que ahora eres tú el que escribes de oído, porque no creo que fueses tú la tierna infante).
No conocía la palabra tollina.
Un placer leer tu soneto. Gracias.
Abrazos.

 

pues yo también voy a mirar....tollina...e inquina,precioso soneto ,marga

 

Excelente tu soneto, que nace de los malos recuerdos de esa pobre niña, estimado JMacgar,
todos, creo, tenemos algún mal recuerdo de éstos,
un saludo cordial,
Eduardo

 

Pero no sólo las monjas eran abusivas pues las maestras y maestros regulares de antaño así querían educar a los alumnos. Ojalá ya ningún niño o niña pase por esa situación que lo único que hace es hacer sufrir al alumno u alumna. Saludos y Bendicines. Exelente soneto.

 

Qué tío, con esto te has ganado a toda la audiencia femenina que haya ido a un colegio de monjas. A esto yo le llamo venderse en "frasco de oro ".

Divertido poema, Juan.

Un saludo cordial.

 

Simpático soneto nos tres hoy, Juan, me gustó y aun se oyen los quejodos de las alumnas,
¡Vaya monja!
un fuerte abrazo

gonzalo

 

Hoy día hemos pasado al otro extremo, que si el maestro/a levanta a un niño, no la mano, sino solo la voz, un poquito por encima de lo normal, se les cae el pelo.

 

Excelente soneto, Juan. Me has recordado aquellos años de mi infacia que pasé en un internado rodeado de monjas y curas.

Aquel pupitre estrecho y aquellos severos métodos de la enseñanza, los de incar los codos y los de la letra con sangre entra.

Como siempre, es un placer la lectura de tu buena poesía.

Un abrazo