Viajeros

Era el último día de escuela. Bárbara llevaba puesta la falda roja del uniforme y una playera sport. En la reja de salida nos paramos frente a frente para despedirnos. Me quedé en silencio. No seré el hombre perfecto, pero sabré amarte como nadie, pensé. Cerró los ojos y me dijo adiós. Dejó tras de sí una estela de soledad. Fueron más de veinte años de búsqueda, de solapar mis desilusiones amatorias. Ni siquiera sabes coger, me gritó Susana. Deja de mandarme tus cursilerías, me escribió un día Fernanda. Es mejor que cada uno siga por su cuenta, al fin dijo Alejandra. Perdí el rastro de las caricias nos recibidas de Bárbara en esos veinte años.

Una noche regresé a las mieles de Bárbara. Sonrió ruborizada. Nada dejas a la imaginación, exclamó sin reparo, necesito aire ante tu desenfado de jovencito. Que ya no lo era. El cielo te sienta bien, dije, pareces más hermosa que una colegiala. Suspiró sin atreverse a desnudar. Te amo desde ese entonces, sostuve. Nos quitamos el pudor. Me has salvado la vida, dijo ahogando un gemido, ya no podré dejarte. Cerré los ojos. Se empaparon de sudor las sábanas. Iré por un trago, dijo al levantarse de la cama. ¿Quieres uno? Preguntó sin voltear. Agua, dije, tengo sed de agua. El rumor del agua, cayendo en el vaso de cristal, rompió el silencio. ¿Por qué no me pediste que fuera tu novia en ese entonces? Preguntó dando un largo sorbo a su trago. Sorbí un poco de agua. Tenía miedo al rechazo, dije finalmente, me sentía un don nadie. Una risa juvenil se dibujó en sus labios. Tonto, dijo, fuiste un tonto. Hubiera aceptado que fueras mi novio. Te amaba sin saberlo. Derramó el resto de su trago en mi pecho. Sus labios empezaron a sorberlo. Cerré los ojos. Ella está salvando la mía, pensé. Te veo en Telchac el próximo jueves, dijo, necesito mostrarte algo. Guiñó el ojos derecho. Lencería, dije excitado. Es mejor que vayas para que descubras qué es, sentencio cándidamente. Dejé de pensar. El mar me sienta bien, dijo mordiéndome los labios, será fabuloso tenerte en mi hamaca. La cama me limita, rió jocosamente. Hemos colgado hamacas en casi todo el litoral yucateco. Nos gusta viajar.

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Es una pena que las prosas en este portal casi no tengan lecturas. Son buenos estos relatos.
Otro saludo.

 

Es una pena realmente, pero se leen lento, de a poco...

Va de regreso, de nuevo, el saludo!!