Mujer volcánica

Enlodada como siempre de un sutil desespero, he viajado por todas las que me habitan, pasos ancestrales, mórbidos. La fuente de la vida en una búsqueda implacable. El encuentro es una llamarada refulgente dentro de la boca, porque es ella quien me nombra y su palabra a la hora de la muerte es un puñal esperanzador. Una mierdita llena de posibles, un hueco en medio del polvo.

Y ese lenguaje es una baba que se me desliza por las ganas, un escupitajo mortuorio, el asesinato inminente de otro, uno ebrio que se perdió por estas calles de ángeles perversos que se masturban a las cuatro de la mañana, cuando la ciudad es un fantasma y el sonido es posible desde ese coro orgásmico.

Su eco me aruña, la ciudad me aruña, su vacío se me atraganta en mil cigarrillos, uno detrás del otro, soy un humo y vuelo en las noches detrás de esos ángeles perversos, yo también quiero masturbarme a las cuatro de la mañana y aniquilarme. Morir de un grito.

Todo está arreglado, moriré mil veces en la entrada de los moteles, en el llano verdecito, en los rincones coloridos de las esquinas, en la boca de fantasmas tuertos y mudos. Seré parte agua, mágica, saciaré la sed de los sedientos, de los pobres a los que se les cae el alma a pedazos, de los que no tienen alma; seré el alimento de los desnutridos e infelices. Cabalgaré espectral hacía el fin del todo con el atuendo de mil pieles, el universo se abrirá para mí, abrirá sus piernas, su boca y miles de lenguas recibirán mi cuerpo húmedo.

Arrodillada mis heridas se abrirán como una urdimbre de palabras silenciosas. Besarán de lejos las verdades que consuelan y llenan el cuerpo de mariposas solitarias. Porque mi existencia se limita a mirar de lejos el mundo, mi beso como un múltiple ensayo reproducido en el tic tac del tiempo. Soy yo la quimera de mí misma.

 

Gracias por la lectura.

 

Me hiciste recordar una vieja canción a la que llegué con mi alma cuando -esa canción- tenía unos cinco años de pasada de moda. Te la comparto por si la quieres escuchar, aunque es bastante larga y, por tu edad, supongo que te sonará anticuada; tal vez aburrida:

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Sí, es una búsqueda implacable porque es una ausencia implacable también.

A veces un grito y un arañazo en la columna vertebral valen una vida. Hay cuatros de la mañana (también tres, dos y medias) que perforan la piel como dardos de hielo... ¿los has sentido? Un extraño hielo de fuego que lo desola todo.

Tal vez seas lava; roca fundida que abraza y cuando quema, forma, funda, permanece.

No puede decirse mejor. Quimeras de nosotros mismos. Para colmo, conscientes. Espíritus en el aire atados a un cuerpo con una existencia vacua; espíritus que quieren más, o al menos un "algo", un "eso" a qué asirse.

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Disculpa si me he excedido en el comentario a tu bella e interesante obra. No siempre se encuentra esta clase de escritos, con tanto significado.

Te envío claveles que estuvieron vivos, para tus 4am.

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Guau !!!
me encantó!!!
Tan profundo
tan visceral
Tan apasionado

 

Gracias por la canción, claro que me ha encantado, nada lejano a lo que escucho. De nuevo gracias por la lectura, por la cercanía y las flores. Besos

 

Gracias Luna por la lectura.