Mi otro yo.

No hace falta, amigo,
que me lleves siempre la contraria
ni que me corrijas todo lo que digo
malgastando saliva, necesaria
para recorrer juntos un camino
donde a menudo escasea ese agua
que el sol calienta soplido a soplido,
con esa frase tuya lapidaria
que me deja callado, mortecino;
hundido en la miseria funeraria,
a mi, que tiendo a ser tan cervantino.

Ya sé que poco sé de lo que hablo
pero concédeme, por favor, algún respiro,
no me claves tan pronto tu venablo,
que, a lo mejor, tengo razón en algo,
no puede ser mi caso tan extremo
¡me resisto a creer que sea tan memo!
Rara vez me dejas acabar la frase
me quitas las palabras de la boca,
¡que no iba a decir eso!, las tuerces,
y si te replico te enfureces,
acabas el partido, te llevas la pelota.

 

A veces es difícil controlar todo de nosotros mismos, a lo que nos damos cuenta ya nos hemos hecho la puñeta. Bello poema, original en su idea y certero en su desarrollo. Un abrazo amigo manuelo. Paco.

 

Gracias Paco. Veo que me comprendes. Un abrazo. Manolo.

 

Muy sincero.
Con aplomo.
Porque hay diversos Yoes.
Y luego, el Yo central, que conecta con el espíritu.


Por ejemplo:


a ) Yo soy omnisciente.
b ) Yo soy esclavo.
c ) Yo soy idiota.
d ) Yo soy memo.
e ) Yo soy Dios.
f ) Yo soy una mujer desnuda.
g ) Yo soy el ancestro.
h ) Yo soy el nieto.
i ) Yo soy visigodo.
j ) Yo soy judío.
k ) Yo soy mulato.
l ) Yo soy amante de las natillas de chocolate.


¡ Basta ! ¿ Quién soy yo, realmente ? ¿ Poeta, y nada más ? Es un alivio.