Extrañarte

¡Qué arrugada se ha vuelto mi voz!
Ya no transcurre el eco del pasillo
hacia la orilla de mi oído,
ya no disfruto de ese paso revolucionario
que provocan tus largos silencios.
Y aunque quiera volver a escucharlos,
el recuerdo no siempre es sincero.
¡Un hombre no debería de extrañar tanto!
No debería extrañarte tanto,
para ser exactos,
entre el tumulto de ideas y responsabilidades,
naces cercana e importante,
como si no existiera el estres agobiante.
Y aunque quiera concentrarme,
el recuerdo crece insuperable.
¡Qué arrugada se ha vuelto mi voz!
Será que la perdí
la última vez que te llamé mi amor,
o será que no quiero escucharme
suplicar por ti.

 

A veces extrañar asesina.
Porque entonces insistir en lo que hace daño.
Saludos.

 

La melancolía de la ausencia en su máxima expresión, lo de la voz arrugada es muy bueno, un hallazgo poético, bellísima metáfora. Un abrazo amigo Mario. Paco.

 

Es dificil no extrañar algo o a alguien que fue importante para uno, gracias por el comentario. Saludos

 

Gracias, la verdad siento como que ya lo he leido antes lo de la voz arrugada, ojalá me equivoque jaja. Saludos.

 

Muchas gracias por la apreciación a mi escrito. Saludos.

 

Triste y melancólicas líneas para retratar una ausencia que clama desde los silencios del alma por ser escuchada. Un saludo fraternal. Que la vida te sea plena en todos los sentidos. Hasta pronto.