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Dejarse el alma en equilibrio (Fuerza velada de la poética)

Tema en 'Poemas de Amor' comenzado por Ricardo López Castro, 4 de Octubre de 2017. Respuestas: 2 | Visitas: 220

  1. Ricardo López Castro

    Ricardo López Castro Poeta adicto al portal

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    El ímpetu es necesario, el convencimiento, la seguridad, la confianza.
    Basta con probar.
    Como el estilo en la escritura, los gestos en las personas, o incluso la mirada perdida.
    Además del amor, ¿qué mueve al ser humano sino la melancolía -iniciación al reconocimiento-?
    El olvido, la memoria, los lapsus.
    No soy amante de mi palabra si no puedo compartirla lo más fielmente a mí que me sea posible.
    Y aun así siempre queda el resquemor de una explicación, u otra visión de las cosas, o simplemente otra argumentación que defienda lo indefendible: la justificación de la incapacidad de amar.
    Porque no basta a veces con la voluntad o con la mente, como un doblador de cucharas.
    Esto se convierte en puñalada para el alma.
    Expresarse con el concepto de lo que creo es amor, para luego acabar viendo y volviendo a ver que mi frustración me ha pasado por encima.
    Frustración que no sería tal con claridad en el habla y las ideas.
    Aunque pueda sonar chocante o desintegrador, no tengo nada más que esto, y lo que he escrito hasta ahora, y lo que escribiré.
    Describir sin descubrir nunca nada es una carrera de fondo y con obstáculos continuos para la conciencia del escritor, e incluso del lector.
    Se transmiten buenas o malas vibraciones.
    En eso queda un poema.
    Ahí es donde muere un poema.
    Ahí es donde mueren todas las teorías sin práctica.
    Por lo tanto, no importa qué es lo que quiero compartir.
    Al final, todo se resume en el bien o el mal.
    En la idea que cada uno tiene del bien o el mal.
    Por lo tanto, nunca sabré con certeza si he alcanzado el mar del conocimiento.
    Ni podré tener fijación en mis ideas o cosmogonías.
    No hay dependencia, pero sí incertidumbre, en esto de no descuidar ni uno solo de mis complejos.
    Como amo a mi manera, también puede resultar hiriente o contradictorio el cúmulo de circunstancias idóneas para la expresión o exposición de conceptos universales.
    Porque a pesar de nuestras creencias, y de que nada más nos mantiene vivos, porque todo se hace conforme a lo que creemos o pensamos, yo no puedo más que no pensar.
    O lo que es lo mismo, confesar a gritos mi inocencia, y la influencia de cualquier estilo o dogma sobre mí.
    No puedo sino situarme de cara a cualquier versión de los hechos que nos unen.
    Entre ellos, la aceptación como fuente de convivencia.
    O simplemente seguirle la pista a algo que nos mueve a parecernos en todo:
    El estigma.
    No significa que haya algo por encima de nosotros.
    Significa que sin nosotros no habría bien ni mal.
    Es decir, por más que me deje el alma en lo que escribo, y que no quiera que se me juzgue, y que me sienta a veces como un bicho raro, todo ello son sensaciones procedentes de un encuentro, de una discusión, etc.
    No escribo, ahora, para ello.
    Lo hago como acto de amor o de fe.
    Aunque haya reparos en la palabra, no los hay en el espíritu, en la mirada.
    Veo el mundo a través de vosotros.
    De mi acercamiento a mis mayores miedos.
    Porque el bien y el mal son...
    Como un poema sin generalizar.
    Como buscar la raíz del sufrimiento, hasta alcanzar la voz más profunda.
    La única que puede deshacer el estigma.
    La única que puede, a través de nuestra poquedad, tocar la fibra sensible de la poesía.
    La única que puede hacer de la poesía y la vida una similitud asombrosa.
    Y es que no tengo más que esto para echarme sal en las heridas.
    No hay cicatriz en mi alma.
    Solo niñez, inocencia.
    Y es que soy como una veleta.
    La historia de mi vida nunca se escribió para entenderla.
    Es el libro que más desapego ha sufrido.
    Pero es un libro de una sola página.
    Como un espejo.
    Mi poesía no está condicionada ni adulterada.
    Mi poesía está encogida.
    Y acapara las miradas perdidas.
    Es casi siempre una causa perdida.
    Poesía que dice, afirma, compara y comparte.
    Equilibrio entre la necesidad y el desencuentro.
    Solo la mantiene en vilo el bien, la intención, a veces invisible, del bien.
    La unión multilateral, el milagro.
    No siento nada, no quiero pensar nada.
    Solo presentir a través de la intuición o la inercia vital.
    Sin vértigo.
    Es decir, escribir un poema en el que por fin, aliarme conmigo mismo contra mi propio estigma, que no es otro que la poética autorreferencial.
    Obedecer al orden como pauta orgánica de mis principios.
    Y desatarme este nudo de abisales dimensiones.
    Escribir. Sin más.
    Como un clamor.
    Un aplauso.
    Un homenaje al hombre, en el que modestamente pueda reconocer su virtud.
    Hacer poesía sin metas, ni rincones, sin trampa ni cartón, sin techo pero con cielo.
    Y por fin, descansar en la luz, como una estrella.
     
    #1
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  2. LUZYABSENTA

    LUZYABSENTA Moder Surrealistas, Microprosas.Miembro del Jurado Miembro del Equipo Moderadores

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    Querer commpartir, sentir que en las referencias propias todo es
    clamor y dejando ese presencia amable de las dimensiones de
    una llamada. escribir enamorando y ver que las virtudes
    mas intimas estan asi agajadas. felicidades. saludos amables
    de luzyabsenta. excelente.
     
    #2
  3. Ricardo López Castro

    Ricardo López Castro Poeta adicto al portal

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    17 de Septiembre de 2017
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    Gracias luz, por tus palabras. El amor para mí no siempre ha sido inalcanzable.
    Al igual que la escritura me apagó de corazón también puede iluminarme.
    Me alegra mucho que el poema te haya inspirado lo que me escribes.
    Saludos amables para ti también. :)
     
    #3

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