Metal de ausencias

​

Tú y yo, hermana mía, y este enorme abismo
descarnado
que solo cubre el cielo cuando rompe
su contenido llanto
sobre la piel desnuda de la tierra.
Tú y yo aguardando
la hora del bullicioso retorno
de los pájaros
para sentirnos, por un instante, sombras
mortales
que sobrevuelan
estepas infinitas
de silencio.

¿Quién nos parió desnudas
de alas?
¿Quién, de unos ojos ausentes
hizo su altar?

Hemos aprendido a alquimizar
el dolor de la ausencia,
a ordeñar el lenguaje
mudo y eficaz
del silencio.

La palabra es un ajuar indigno
a la grandeza de soñar,
a la grandeza de sentirnos palomas
cuando un niño nos presta
sus alas de infancia.
Es entonces, solo entonces,
cuando se resquebraja la pared
del hastío,
y logramos huir de este cuerpo
metálico, de esta perpetua cárcel que cobija
la nada.​

 

Una buena lectura alegra el día, gracias a este tu poema que felicito. poeta.

un saludo cordial

 

Una excelente lectura, querida amiga Marla, siempre me encantan tus poemas y admiro profundamente tu arte, enhorabuena. Saludos, que tengas una excelente semana.

 

Preciosa sensibilidad que ahonda y remece querida amiga... qué gusto volver a leerte...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

 

Casi puedo sentir el sabor del metal en la boca, la impotencia de ese vuelo frustrado de vida, la necesidad de jugar con el viento que abofetea laderas a contra corriente...
¿Sabes?, tus obras me parecen magníficas, da igual el estado anímico con el que las lea, siempre me dejan pletórica de emociones.

Un gran abrazo y mis sinceras felicitaciones poetisa.

Palmira