Océanos de cemento.

Corazones hambrientos,
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bocas sedientas que solo
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dejan mella en este océano de cemento
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que el tiempo borra,
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que nada importa,
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que todo muere.
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Solo este ahora,
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solo yo,
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solo veo nubes caminar por cielo
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ya, en la noche en el mismo cielo ni una estrella
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solo la Luna menguante que no mueve mareas.
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Salgo a la calle y los edificios dibujan las calles
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por las que voy y vengo de mi rutina,
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en la que nada permanece y todo cambia
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porque no hay nada eterno ni dioses de arena que os juzguen
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no hay un recuerdo tan nítido y cálido como este momento.​

 

Que bello poema, me ha encantado, me transmites la soledad amiga que a veces siento en las calle de mi ciudad rodeado de automóviles y gentes. Abrazote vuela amigo Lekiam. Paco.

 

Gacias amigo Paco, a veces al estar rodeado por la ciudad es cuando la soledad nos acompaña y todo parece distinto y extreño.
Un saludo grande.