Alumbramiento.

De todas mis princesas,
la que más me interesa,
es la que absorbe la compresa.
¡ Sorpresa ! Y devora los bizcochos.


¿ Cómo lo hace ? Pequeños sueños posibles.


Se introduce el plátano, en la boca.
La golpeo, pero es dura, como roca.
Entonces, se transforma en automóvil.
BMW blanco deportivo.


¿ Descapotable ? ¿ Dónde me lleva ?





Transcurre la historia de las civilizaciones.
Imperio tras imperio,
y demolición a demolición.
No quedará piedra sobre piedra.


Me trepa, como una hiedra. Y alcanza el paroxismo.


Así, comercia con mis besos.
Los vende, como uvas con queso.
Chocolate puro, mostaza, miel de abejas...
Para que rejuvenezcan los viejos.


Y me somete a su ventosa.


Me aspira, ¡ Tan golosa !
¿ Para qué sirve una esposa ?
De abajo a arriba, ¡ Quepo dentro !
Y en su barriga, no me crece la nariz, pues ya,


no miento.

 

¡Oye!
¡¿Para qué sirve una esposa?!
Para tirarte de las orejas
Para cuidarte y ser cuidada
Para acompañarte
Para morir a tu ladito
Para cocinar juntos
Para amar juntos
Para quererse despacito.

 

Entonces, ¡ Existen ! No son una leyenda.
Aldonza, y dime, ¿ Cuáles son tus prestaciones ?
¿ Elevalunas eléctrico ? ¿ Cierre centralizado ? ¿ Frenos ABS ?
¿ Neumáticos Firestone ? ¿ Bragas de terciopelo ?
Yo soy un indio americano, mezclado con godos españoles, suevos, judíos, árabes y egipcios.

 

¿Hay que tenerlas?
¿Prestaciones?
¿Hay que pasar una prueba de acceso?
Pues vas listo Nommo mío,
Tendrás que descubrirmelas.
Porque creo que no tengo.
Bragas tampoco.
Soy una mendiga.
Mendigo versos de amor.
Si bajas,
me verás rebuscando en tu contenedor.
Ahí estoy.
Entre cuadros mal pintados,
zapatos desparejados
y cintas de cassette.

 

Yo conozco algunos mendigos. Uno de Guadalajara, me escuchó, en cierta ocasión.
Le hablé de la sal marina gorda, como aliciente para la nutrición de animales y plantas.
Y pocos días después, me sonreía. Y decía que la sal marina gorda, disuelta en agua dulce...
Al beber ese mejunje, le devolvía las ganas de vivir, y de pensar.
Sin sentirse despreciado.


Pero otro mendigo, de origen asturiano, rechazó mi oferta.
Puesto que él considera que la sal marina gorda, le hará daño.
Ya que la sal fina de mesa, sube la tensión sanguínea.
Y sin embargo, la sal gorda tiene calcio, magnesio y otros elementos químicos, muy recomendables para los seres vivos. El más potente aliciente, es la sal del Himalaya. Que procede de Pakistán, y se vende en algunos herbolarios.