Pinturas en el suelo, y pompas de jabón.

¡ Aleluya !
Lo he conseguido, finalmente.
Apropiarme de unas alas.
Para escapar de Broadway, con sus balas.


Pies, ¿ Para qué os quiero ?


Me dirijo a Singapur,
en el Lejano Oriente.
Allí, me espera el presidente
de una corporación farmacéutica.


Le compraré píldoras de Mary Poppins.


Con un poco de azúcar, es la píldora que os dan.
La píldora que os dan.
Queridos niños: Vuestro padre no se divierte,
pues no ve más allá de sus narices.


¡ Oh ! Bendita conclusión, por parte de





una institutriz que llegó a casa,
volando, sujeta a su paraguas.
Se me olvida la rima...
Y la dejo atrás. Tan sólo sigo el rastro de la tiza,


sobre la acera, cantando junto al deshollinador.


¡ Soy un dibujo animado !
¡ Escapemos de la instrucción !
¡ No es menester tanta disciplina !
Toquemos el acordeón.

 

¡¡Nommo!!
Aquí aterrizando,
tu Mary Poppins.


¿Te gustó?
¿Más azúcar?

 

Me ha encantado el pájaro. Cómo añadía sus propias notas musicales.
Como si fuera un cantor.
Y luego, el payaso que tiene cuerpo de muelle.
Ése parecía querer decir algo...
Y el espejo, que estaba vivo. Como si Mary Poppins fuera hermana de su propio reflejo.
Los soldados típicos ingleses, que desfilan, se llaman Beefeater.
O sea, que comen filete. Beef Eater.
Esos Beefeater vigilan el Palacio de Buckingham.
Al final, se deslizan por la barandilla, en perfecto equilibrio. ¡ Increíble !

 

¡Al compás!

¡A bailar!

 

Una coreografía impecable.
Y el vértigo, en las venas.
Pero Mary Poppins brilla con luz propia.
Como esta otra actriz:





Melissa McCarthy es americana, y humorista.
Carnosa y prieta, parece estar sana, como una manzana.