Consumiéndome

Quiero el control. Cambiar sin más. Me busco
sobre el vómito que devuelve cal.
Otro disfraz. Un mal final. Tan brusco
como eco de un casquillo de metal.

Botas de piel. La luna de sal. Luzco
como un tabique nuevo y más nasal.
El brazo bien. La vena igual. Conduzco
a ojos cerrados hacia estado tal.

Finge mi boca azul su sonreír.
En mi cabeza baila un paquidermo.
Ni él ni yo nos trazamos porvenir.

Despierto en el cubil. Quizás me duermo.
De un siglo necesito descubrir
el año que sentí que no era enfermo.


​

 

Los versos me sonaron a música y les puse melodía al leerlos. Saludos cordiales,
Luci.

 

Muchas gracias señorita Ladi por recoger a esta incomprendida.
Un beso.

 

Tal vez fue poco valorada. Pero con los versos que se inyecta a la vena, tal vez se vuelve a motivar. Espero que vuelvas luego de la resaca estimado Sergio. Un gran abrazo.

 

Bueno, después de la quemadura, supongo, si es que no es mucho suponer, que la suposición de dar algo por supuesto.... quiero decir, que nunca miro los vídeos musicales ni me importan, aunque en este soneto me veo más reflejado, como en un charco donde el agua es turbia y mi reflejo borroso, pero reconocible, al fin y al cabo.

Abrazo

Karlos

 

Vaya, vaya, don Sergio. Entrecortados endecasílabos como no los imaginó el siglo de oro, y eso que también fue enfermo. Me gustó, aunque no sé que tendría que tomar para tratar de emularlo. En particular, veo interesantes los encabalgamientos de los cuartetos.

abrazo
Jorge

 

Quería responderte ayer con una broma, pero la versión anfibia de Jack el destripador andaba suelta y no quise abusar de mi suerte
Un abrazo, Jorge.

 

Y hoy todos pendientes de una aguja. Muchas gracias, Danilo. Un abrazo.