La calle de las luciernagas

Oscuridad que reinas,
silencio que conquistas,
reducen la marcha,
el honor se despista.

Manos que aprietan,
un cuello que respira,
un amor en segundos,
a la vez cómplice y victima.

Distancia entrelazada,
verdades y mentiras,
voces que gritan "no vales nada",
golpes que susurran palabras bonitas.

Amiga de la noche,
amante, vigía,
exasperas belleza,
allá por dónde caminas.

Oscuridad y tinieblas,
calles vacías,
luces que dejan estelas,
que arrancan sonrisas.

Que dejan carteras llenas,
y almas sin vida,
la fe entre las piernas,
y otra luciérnaga a la deriva.

 

La soledad y el abandono es lo que queda cuando todo se reduce a eso. Luciérnagas que al instante de encenderse se apagan.
Gracias por tu poema que revela una triste verdad. Saludos cordiales.