Diego

Cuando entró Inés, el cuarto de baño presentaba una niebla cálida y húmeda. Diego, en la bañera, chapoteaba con un barco amarillo que paseaba por el agua como si fuese un auténtico trasatlántico. Una gran sonrisa se dibujaba en su rostro de niño


- Pero… ¿cómo hay tanto vapor?- preguntó su madre.


- Es que abrí un poco más el agua caliente. – respondió Diego, sin apenas apartar la vista de su barco.


- A ver…Venga, ya hay que salir que tienes los dedos arrugados-


Inés lo sacó de la bañera y lo secó concienzudamente. Arropó al pequeño con una gran toalla blanca y le frotó con fuerza la cabeza para secar bien el negro pelo. Mientras terminaba de secarle, Diego dibujó con el dedo un velero sobre el vaho del espejo.


- Mira mamá- dijo muy ufano


- Es muy bonito- respondió la madre.


Terminado el baño, y mientras Inés preparaba la cena, Diego en su cuaderno de clase se dedicó a pintar un barco de borda alta y negra y tres grandes chimeneas de las que salía un humo oscuro y poderoso. Tenía su ancla grande saliendo de un ojo de buey en la proa.


Se comió la tortilla francesa que le había preparado su madre a la vez que coloreaba con sus pinturas aquel barco fantástico y daba color a las olas del mar que lo rodeaban. Tras la cena, a la cama. Las oraciones y un cuento. Un cuento de seres fantásticos y bondadosos que leía de un libro que le habían regalado los abuelos.


- ¿Mañana iremos a ver el mar?- Lo preguntó cuando le habían colocado el embozo y le habían dado el beso de buenas noches.


- Ya veremos- contestó Inés.


A continuación, Inés fue a recoger el cuarto de baño. En el espejo, grandes gotas de agua resbalaban por los ángulos del velero que Diego había dibujado. La gamuza dejó el espejo limpio. Aclaró la bañera y sacó el barquito de plástico, para colocarlo en la repisa del jabón, donde a Diego le gustaba dejarlo. Escurrió el agua y secó las gotas que se habían esparcido por el suelo. Se sintió de pronto cansada. Fue a la cocina y se sentó a la mesa. Allí permanecía, abierto por el dibujo, el cuaderno de Diego. Contempló de nuevo el barco. Suspiró. Cerró el cuaderno y lo guardó en la cartera del colegio. Dos gruesas lágrimas se desprendieron de sus ojos mientras recordaba al padre de Diego, aquél hombretón grande y divertido que, una mañana, salió a pescar y se quedó para siempre en la mar.

 

Cuando hay ausencias, cualquier elemento, suceso, un simple acto al pasar, puede activar la memoria más emotiva.
Siempre habrá una situación que despierte el recuerdo, a veces alegre, aunque nostálgico, y otras, como en este cuento, triste.
Es un texto descriptivo por excelencia, me gustan mucho los relatos del "paso a paso" en una escena narrada. Ahí se notan la dedicación del autor y su oficio. Tus prosas son cuidadosas y meditadas y eso vale mucho.
Se intuye desde el comienzo que sucederá algo importante al final, y es exactamente lo que ocurre con Inés.
Es una historia cotidiana, familiar, muy tierna, de esas del corazón hacia adentro, donde todo transcurre en lo profundo del alma.

Recién terminamos con el jardín y me alegra poder sentarme a leerte, amigo.
Un abrazo con cariño y admiración, y como siempre me pone feliz leer un estreno tuyo.

 

Un relato breve, conciso para contar una ilusión y narrar un dolor. La llamada del mar es patente en Diego a la vez que es el temor de Inés. Tal vez he pecado de excesivamente esquemático en mi narración, pero quería contar algo de un modo breve, pero intenso. La verdad es que no sé si lo he logrado, pero ahí está como intento.
Gracias por llegarte hasta mis letras, por esa presencia constante y las palabras que siempre animan.
Me alegra que hayáis terminado el trabajo en el jardín. Ahora un merecido descanso.
Un gran abrazo y mi agradecimiento más profundo por tu cercanía a mis letras y tu amistad siempre presente.

 

Una narración que conmueve enormemente por tu triste belleza. El quehacer de rutina de los personajes nos va envolviendo poco a poco hasta que sentimos ese dolor latente de la pérdida que siente el personaje y que deja entrever que ese niño tiene la misma pasión por los barcos como la había tenido su padre.
Es una hermosa prosa Luis la que nos has compartido y un gran placer leerla varias veces.
Te envío un gran abrazo y ya estoy esperando con ansias otra obra tuya.

 

Muchas gracias por acercarte hasta este rincón perdido de Mundo Poesía. Aquí nos explayamos los prosistas que nos encontramos entre lectores interesados, entre amigos. Me han agradado mucho las palabras de tu comentario. Me alegra que esta breve historia te haya gustado. Un cordial abrazo.

 

Ayyyy Luís, el pequeño Diego cada vez que dibujaba un velero era como navegar en él con su padre ausente, el mar y sus veleros, hacer el viaje juntos imaginando aventuras, sintiéndose acompañado, querido, en fin, de ilusión también se vive y este pequeño tenía esa manera personal de recordar a su padre.
Me ha encantado leerte mi querido amigo, no me cansaré de decirte que escribes muy bien y que admiro tu estilo personal y manera de comunicar tu arte porque das vida a la parte espiritual que nos habita....muáááckssssss

 

Ayyy mi querido Luís, he leído tu maravilloso relato sobre Diego y no sé a qué he tocado que no ha quedado grabado, pero no importa, lo vuelvo a comentar de nuevo, y solo decirte que de ilusión también se vive, y que este pequeñito la única forma que tiene de contactar con su padre es a través de la imaginación, de ese barquito velero que le acompaña en todo momento, ya sea en sus dibujos, ya en la bañera, etc, lo importante es que se imagina que en él van su querido padre y él navegando los mares y viviendo aventuras en las que su mente infantil es pródiga.
La lectura de tus letras se hace emotiva y bella y deja en el paladar del alma una sensación inolvidable. Besos para ti, entrañable amigo, llenos de admiración y de cariño.....muáááckssssssss

 

Muchas gracias, Isabel. He de decirte que me han llegado tus dos comentarios. Te agradezco mucho el que te acerques a estas letras que, la verdad, me salieron de una forma espontánea. Tengo un amigo que siendo joven, su hermano que era marino murió en alta mar al hundirse su barco. Dejó tres niñas pequeñas y no sé cómo me vino a la memoria y escribí estos renglones.
El recuerdo siempre está ahí, y yo quise expresar esa memoria guardada en esa manera de vivir el niño el nexo de unión con su padre.
Gracias por tus hermosos comentarios. Te mando un fuerte abrazo junto con mi admiración. Un montón de besos.

 

Me alegro te hayan llegado mis dos comentarios querido Luís, a veces internette falla y me deja un poco colgada jeje....Es triste el episodio que me cuentas sobre tu amigo, yo también perdí un amigo en circunstancias parecidas, que en paz descansen y que Dios los tenga en su gloria.
Más besos para ti con todo mi cariño...muáácksssss