Lamento de un camión abandonado

LAMENTO DE UN CAMIÓN ABANDONADO​

—¡Qué triste y abandonado
me siento aquí en la vereda!
Soy un cadáver que hospeda
llagas de hierro oxidado.
La maleza me ha abrazado,
me ha cercenado hasta el busto,
me está absorbiendo el arbusto
que ultraja al mismo progreso,
y mi caja es piel y hueso
que está muriendo de susto.

—Recuerdo activas jornadas
con cargas, de sol a sol,
y hoy estoy en el Seol
durmiendo en noches heladas.
Mis gomas están cuarteadas
y oxidé mis cojinetes,
no me cargan más paquetes,
pues no me puedo mover,
¡no me quiere ni el taller!
Ya no puedo hacer más fletes.

—Recuerdo cuánto alimento
yo abastecí al almacén,
yo cargaba más que un tren
del Ferrocarril Sarmiento.
Hoy tengo el destino cruento
del que los amados huimos,
y aunque el yuyal me da mimos
ya estoy cerca de la muerte,
bofetadas de la suerte
que los viejos recibimos.

—Recuerdo las vacaciones
cuando lo llevé a mi dueño,
y le hice cumplir su sueño
por muchísimas regiones.
Mi caja con dos colchones
le dio el confort de un hotel,
conocimos un vergel
con gastos de poco y nada,
y a su china enamorada
le di la luna de miel.

—Recuerdo en la nona luna
cuando se cumplió la fecha,
fui más veloz que una flecha
por llegar a la comuna.
Y en el hospital, la cuna
recibió un pañal de gasa,
y de un pecho que rebasa
se alimentó la alegría
y los tres, al tercer día
fuimos felices a casa.

—Pero el niño hoy es adulto
y se compró un camión nuevo,
ha llegado mi relevo
y quedé para el insulto.
¡Yo soy un camión de culto
y a morir no me resigno!
Si no hay futuro benigno
que me den en adopción,
o me den compactación
en un cementerio digno.

©Rubén Sada. 30/01/2022. Se utilizó una figura retórica llamada PROSOPOPEYA, con la que se hace hablar a algo que no puede hablar ni tiene vida, personificando al objeto.
Fotografía: Tomada por mí en la calle, al pasar.

 

Simpáticas décimas en honor de este pobre camión. En algún pueblo de provincia seguro que seguiría siendo útil.
abrazo
J.

 

Sí, el mismo de la foto se encuentra en un camino obligado que hago varias veces por semana y de tanto verlo al ir y venir, escuchaba sus penas y lo dejé hablar. Muchas gracias por su presencia y cordial abrazo.

 

Unas décimas estupendas, Rubén, si todos los camiones o vehículos abandonados nos podrían contar su historia sería más interesante que leer una novela.
Un abrazo.
Javier

 

Pobrecito camión, qué injusticia hacerse viejo!
Saludos cordiales.

 

Seguramente que sí, Javier. Pero si no hablan, los podríamos hacer hablar, ja ja ja. Para eso se nos ha concedido el don de la palabra poética. Gracias por tu presencia y tu hermoso comentario. Abrazo.

 

¡Y qué bendición es la poesía, para rescatar del olvido a aquello que está condenado a ser destruido! Con un poema, lo eternizamos. Muchas gracias por su presencia y comentario.

 

Me honra tu presencia en esta humilde creación, que simplemente buscó perpetuar (¿acaso una metáfora del ser humano?) a aquello que está condenado a desaparecer. Muy amable por tu comentario y agradezco de corazón tu aprecio. Un cordial saludo.

 

Este poema es la viva demostración de que, incluso con el objeto menos poético, se pueden crear excelsos versos si se sabe mirar bien. Por debajo de las décimas transpiran temas eternos como el inevitable transcurso del tiempo, la decrepitud y el recuerdo de tiempos pasados mejores.

Mis respetos, Rubén.

 

Gran verdad tu gentil comentario, @Versólogo . Estoy todo el día con mi mente intentando descubrir cosas a las que escribir, especialmente cuando salgo a la calle en la moto. Como ella sabe adónde ir de memoria, me concentro en lo que veo para exprimirle alguna inspiración. No siempre lo logro, pero he tenido éxito notable y un blog repleto de este tipo de inspiraciones. La musa ha sido muy gentil conmigo, como tú al dejarme este hermoso comentario. Cordiales saludos.