Reflexiones de un perro en serventesios

Pasea lento el perro con su dueño,

nota el tenue temblor en una mano,

no busca los olores de su sueño

porque advierte una pena en el humano.


Se pregunta si siente decepción,

si ha sido de la envidia nueva presa,

si su honor mancillado fue a traición;

no acierta a imaginar lo que le pesa.


Ni acaba de entender a las personas,

desleales, ansiosas y mezquinas

que quieren en sus testas las coronas

y te mienten siguiendo sus rutinas.


De virtudes presumen y de honores

que ofenden por cuestiones materiales

e incluyen en sus vidas los valores

que olvidan si amenazan sus caudales.


Es muy triste la vida del mortal,

medita convencido el más consciente

y le ofrece el remedio natural

de su cola en meneo permanente.

 

Otro poema dedicado a ese animal amigo nuestro, el perro. Aquí es sabio y compañero.
Un gusto leerte.
Luciana.

 

Gracias por leerlo y por tus palabras.
Un abrazo
Luis

 

Hay en un diario de mi patria una historieta llamada «Diógenes y el linyera». Diógenes es un perro, amigo del linyera, y bien dotado para la filosofía, como muchos perros. ¿Cómo hacer, si no, para mantener el buen humor en esta vida de perros?

En tu verso 12 tienes un llamativo ripio, de una especie especial, violando el uso consuetudinario de la expresión «hacer algo por rutina». Podría esta transgresión llevarnos a una crítica creativa del uso consuetudinario, consagrado por la rutina pero quizás no sagrado: no veo que sea el caso. Buscaría remedio.

abrazo
Jorge

 

Gracias, Jorge. Es cierto, force ese verso con rutinas cuando la expresión es en singular.Corregido.
Un abrazo