Barbecho atemporal

Reinan violetas cristalinas en el aire
y de su aroma,
ventanales que rompen en lágrimas quebradas
y marchitan en el ocaso.
Es un atardecer beodo y
me seduce hacia su epicentro,
brindando sensaciones subrogadas,
perdiéndome,
aferrado a una metamorfosis recurrente.
Me subyugo en ciclos florales
y los colosos bordean mi cabeza.
Las brisas me besan tímidamente y
soy uno con el tiempo.
Las bocas,
secretan azufre entre confesiones,
hay niños crecidos con sus dientes de leche
y alopecia en las ideas.
El mundo es efímero y
ya no gira con su afán pretencioso,
y en sus caricias enraizadas
siento calidez.

 

Me gusta el surrealismo de las imágenes, describe a la perfección una mirada distante, pero precisa de todo cuanto le rodea y cómo influye en su interior... Desde luego coincido en ese cierre positivista de que todo en este mundo es fugaz pero que, no por ello, tiene por qué resultar amargo.

Muy buen poema, poeta.

Un abrazo.

 

Muchas gracias M.Á.M, quería representar ese proceso de interpretación de los estímulos externos que puede tener uno. Y como puede llegar a afectarte. Un saludo, nos leemos.