¡Qué te espero!

Cuando venga a buscarme entre la bruma
esa señora oscura y tenebrosa
te dejaré tan sólo alguna rosa
y aquellos leves cantos de mi espuma.

Cuando venga feroz cual toro o puma
decirle que se pire con su cosa,
lucir alguna fiesta bien hermosa
con lirio y margarita que perfuma.

Como a la vieja y linda compañera,
pues sigo con los míos su sendero,
contarle que sin ella yo me muero,

hacer del duro invierno primavera,
llenarme los costados de romero,
y dile que se venga..., ¡qué la espero!

 

Pues aquí estoy maestro, no hay que tener miedo a la vida, menos aún a esta que es inevitable.

Saludos cordiales.