Guerra alimentaria

La batalla imperceptible renueva el soldado.
Perciben palestinos el campo anhelante.
Bombardean los campos, y no es una metáfora.
La entereza y el alimento imposibles de adquirir.
Se presenta la guerra, ensancha sus límites,
infla los pulmones con planicies yertas,
pero la exhibición es un señuelo,
un señuelo infame.

El amor que despabila, alimenta sueños,
y el cuerpo así desvaído no tiene fuerzas
para soportar el peso de los sueños.
Rebasan de sueños hechos de concreto,
con el peso de lo concreto.

Es nítida la imagen,
el imperio del miedo estampa el terror como paisaje,
golpea la realidad, no tienen cabida los resquicios.
Reciben la descarga eléctrica
de imágenes insoportables.
Insectos y gusanos en el alimento.
El cielo es rojo… y la tierra roja.
Este color rojo desangra los ojos,
hace estragos en las emociones,
hurta el pan de los estómagos.
Reinventan la tristeza en la guerra alimentaria.

 

Quizás lo más terrible de las guerras, es que antes de hacer los estragos en el campo real, fueron pensadas, diseñadas, dirigidas, es decir, habitaron en las mentes de sus oscuros creadores.
Es un tema muy duro el que abordaste y lo hiciste con calidad, como siempre.

Saludos, José Luis, feliz martes.

 

Gracias estimada Cecilya, hay tantas guerras, pero matar de hambre, bombardear los cultivos es de una ingeniería atroz, como bien dices. Saludos, que tenga un excelente cierre de semana.