La hoz y el follaje

Arde la fragancia de lo que
quedó del día

Alto vocerío dentro de capas negras

Y la sensualidad erosionada
por el hábito del viento en ser recuerdo

La lluvia desquiciada con sus cabellos ondulados
Su apariencia de eterno espejo
en las señales que dan a parar a todos
los fangos
Deshojando las noticias
las carpas plegadas al aire
La saliva hecha arcilla formando
castillos de palabras
Horno de todas las cartas
Cuyas interrogaciones se cuelgan como
garfios en muñones
cuya hambruna tiene destino
en tu superficie
en mi esfera elemental de cuesta
sin retorno
moneda que oculta todos los astros

 

Muy amable. Saludos cordiales