La tormenta

Nubes de un negro intenso atenazaban

a un aire espeso, cual jarabe, inquino,

fiel portador dispuesto en su camino,

para expandir la furia que portaban.



Por lo cielos aciagos pululaban

mil destellos de luz y amargo trino

dispuestos a ser fuego, cruel destino,

sirviendo a su señor al que adoraban.



Era perfecta la brutal tormenta

que el diablo con primor y afán conduce,

un animal sin alma que alimenta



todos los miedos que al pasar produce.

Y en la oquedad de aquel refugio alienta

una oración que ante el terror seduce.
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Un bello poema, Bernardo, cargado de nubes de tormenta, me encantan los dos últimos versos, un abrazo cordial, amigo, Alberto.

 

Esto es lo que pasa cuando se encuentra uno sin imaginárselo ante una tormenta de verano que no me la esperaba.Metido en el coche debajo de un puente aguante como pude…y me sirvió de inspiración. Gracias por tus comentarios. Un abrazo. Bernardo de Valbuen

 

Gracias María, veo que aunque de Getxo con Niebla en el corazón. Como las tormentas, mezclan agua y miedo, viento y fuego. Gracias por tu visita y tu comentario. Saludos. Bernardo de Valbuen

 

Muy bueno, me encantó lo del "trino" del rayo. Un gusto leerte.

 

No suelo ser yo usuario de ese tipo de apelativos embellecedores de lo que quiero decir, pero a veces se enciende una lamparita. Me alegro que te haya gustado la lectura. Me vino la inspiración en directo ante una tormenta, no tan intensa como parece pasar en el soneto pero…Un abrazo. Bernardo de Valbuena