Tiempos mejores

Mandiles y cacerolas,
la radio, el "Ave María",
santiguarse, la alegría
de un rosario estando a solas.

Sube y baja, ven y vete,
con la vecina, un saludo,
apremiar, el "sudo y sudo".
(Cerrar, que el frío se mete).

Los hijos, lavar la ropa,
colgarla, día de viento,
secarse, darse el contento
de poder ir a la mopa.

Buscar un hondo respiro,
tomar paz en la alacena,
tacitas, platos, patena,
la terapia de un suspiro.

El timbre, dejar el drama,
una sonrisa al cartero,
bendiciones al tintero
que otorgó a la mano trama.

Poner la prisa en el moño,
acicalarse, dispensa,
obtener la recompensa
de encontrarse algún retoño:

La vista sobre las flores,
hablarlas, reír sus tallos,
agradecerles los mayos
que alientan tiempos mejores.


-Eva-

​

 

Es una rutina cargada a la esperanza.
Un beso, Eva.

 

Sí, Sergio, así es. Un homenaje a esas mujeres, sobre todo de otras generaciones, que a pesar de su esfuerzo cotifiano, abnegado y poco reconocido, encontraban siempre un rayito de luz que las ilusionara e incentivaban la mirada de las venideras hacia un futuro mejor.
Es una fortuna haberlas tenido cerca.
Un beso, Sergio

 

Pues en este caso, me alegro de esa sensación porque eso pretendía, ponernos en su fatigada piel.
No he empleado ni puntos y comas, ni puntos. Ellas tenían, como mucho, comas de respiro.
Hablaban a las flores y nos animaban a hacerlo. Sí, Isabel, ¡nada como hablarle a las flores!
Gracias y un abrazo grande,
Eva