El adiós que llegó a su final

Creo que nunca me despedí apropiadamente

Todo aquel que conozco que ha superado, tuvo ese día donde dejó ir el pasado

Te mantuve demasiado tiempo en mi corazón, te dejé cambiarme y te di toda la razón

En mi vida te di un espacio más grande del que merecías, me enseñaste a cómo no ser tratada, por ti pensé que no valía

No te dejaba ir, nada se comparaba al sube y baja del que no podíamos salir

Pero llegó alguien…

No te quito tu lugar, no te reemplaza en mi vida

Es mil veces mejor, es calma y es amor, es vida y es bondad, es suave y es vulnerabilidad

Gracias por enseñarme los tratos que no merecía y a dejar de creer las mentiras sobre cómo mejorarías

Que debía buscar a quien me hiciera el amor fuera de la cama y en ella también, porque no sabías follarme y me tenías en tu vida de rehén

Tú fuiste…

Él es

Eres inmortal, pero el interminable adiós ya llegó a su final

 

Hace ya muchos años escribi un poema larguísimo dedicado a alguien que aún amaba -en efecto parecía un interminable adiós- porque en el fondo nunca quise despedirme. ¡Pero que mania tenemos algunas personas con desear despedirnos "apropiadamente" ! Voy a parafrasear algo que leí por ahi de un post que anda en muchas redes: "No necesitas esa despedida, esa última plática, ya tuviste tu cierre en su indiferencia, en sus malos tratos, incluso tu cierre fue cuando ya no recibiste una respuesta". Y vaya ¡ cómo me ha calzado y calado a mi! esas frias pero ciertas palabras. Sin embargo, creo que por lo menos para personas como yo es imprescindible hacer un cierre con una misma ¿ y qué mejor que a través de la escritura?. Expresarnos a través de un diario, o mejor aún, un poema.
Tus letras pegan hondo en mi situación actual, y perdón quizá por excederme más allá de una observación literaria de algo inspirado no sé si de la experiencia personal o de la imaginación. Pero creo que ese el chiste de buscar canciones, libros, poesía. Buscamos a otros con quién sintonizar, buscamos lo que tenemos muy dentro y a veces escondido, allá afuera.

Un abrazo.

 

Cada paso posee su intensidad.
Cada cambio su dolor.
Cada memoria un escalón.
...
Y aún queda camino para vivir
incluso sin senderos.

Saludos.