Reflexión 36

Dilucidamos calma,
cuando la guerra se ha librado,

porque toda obra,
tiene la deshonra marcada,
junto a los tiempos del lamento,

preferimos lo propio,
nunca lo ajeno,

preferimos tanta austeridad,
aún entre los suelos de la fortuna,
nada cambia si nada cambia,
todo es una cuestión de fe,
de avaricia, y de cordura,

la fortuna es la pobreza de alguien más,

porque mientras alguien gana,
alguien pierde,

la fortuna cambia
según las circunstancias,

la mecha que se enciende,
consumirá su energía,
así en la vida, así en la muerte,
porque nunca estamos muertos del todo,

y aún entre aquellos umbrales
de inmaterialidad material,
el pensamiento
es más fuerte que una espada,

y las lágrimas brotan como sangre,
en las espesuras del recuerdo,

aún así,

de sueños vive el hombre,
y también se lo ha de observar temeroso,

porque muchos sueños nos acorralan
y nos obligan a decidir,
sin discernir de su maldad,

sin comprobar que todo es dañino,
y que el exceso en su justa medida,
es veneno, al igual que el deseo,

cuando los suelos se eleven,
comprobaremos si hay algo más,

cuando los sueños caigan,
caerán las desdichas,
los delirios, y las injusticias,

porque la única verdad será vivir,
y compartir nuestra comodidad,

la felicidad se encuentra entre la paz,

entre una decente manera
de percibir la existencia,

y serán las estrellas realidad,
las promesas serán luz en nuestras manos,

y crearemos
lo que la imaginación no se imagina,

porque la creatividad quiebra todo límite,

aunque la cruda realidad
nos trae de vuelta
aquella pesadez de oscuridad,
que se lleva
encadenada a nuestras piernas,

y serán días anochecidos,
entre la luna y la laguna,
conoceremos la verdadera tristeza,
la realidad de que nada trasciende,
de que todo fenece,

germinará la semilla de la destrucción,

de entre la prosperidad
y la noción de eternidad,

se enfrentará el humano,

como siempre,

a su efímera humanidad.