En cada paso cohabitan rostros sin nombre.

Camino, y en cada paso un rostro,
kilometros de miradas que arden en la piel,
las manos frías de un niño,
los ojos arrugados de un viejo
que parece que no miran,
pero no es que no miren,
solo que miran hacia adentro.
Un millón de historias
en cada bocanada de aire,
y cada boca que se abre
es un secreto,
una porción de una vida
que no es la mia, pero de forma rara
siento que pertenezco.
Los dientes amarillos
de un hombre que no duerme,
las manos de una mujer
que nunca tocó el sol.
Alguien te sonríe pero es una máscara
de desesperanza, y el que te ignora,
lleva el peso de una pena invisible.
Millones de caras,
un río de vidas solitarias,
que caminamos por la misma calle,
pero rara vez nos encontramos,
a no ser que tropecemos.
Nos cruzamos,
espejos rotos del alma,
caminantes en medio del todo,
creyendo que somos parte
de alguna grandeza humana,
y lo cierto es que solo somos un eco
en la multitud.
Un paraíso sistemático.

 

La verdad de la mentira en que vivimos. Eso sí es controvertido.
Gracias, Alde, por estar siempre ahí.
Un abrazo cordial.

 

Muy bueno. Un gusto leerte.

 

Gracias, Luciana.
Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.