sin remisión

De andar por la poesía, de escribir hasta las tantas,
de romperme el pecho a gritos y sangrar por la garganta,
de vagar con un mechero por la parte mas oscura del sendero,
donde la niebla es densa y arde el candil de barquero.
Soñar con la utopía de crear otra vía,
reencontrarme en el camino y redimirme algún día,
no rendirme ni borracho, ni beber la desidia,
aunque cayera en su desierto ante me bebo mi orina.
Y rodar por la pendiente de las deudas pendientes,
de las cuentas que no saldan los drogodependientes,
de sonrisas entre dientes y filas de clientes,
que esperan en lavabos pa´dormírsele los dientes.
Allí estaba, tan esbelta y tan delgada,
la línea que separa la cordura de la tara,
los colores que es están secos en paletas,
los carteles luminosos que han fundido ya sus letras.
Canciones incompletas, bocetos en libretas,
y listas de pretextos y mentiras que te cuentas,
carteras con billetes tiradas en terapeutas,
excusas que no existen como Edison inventas.
De ser el hombre bala, de ser payaso en circo,
ya cierro la etapa mala, y con esta abro un disco,
resurgiendo desde cero como un pueblo tras un sismo,
y con las piedras que me lanzan me construyo a mi mismo.
Si subiera la marea, se llevara mis cosas,
si pudiera salvar algo salvaría las prosas,
las pocas palabras hermosas, que escribí para mi perro
y a contadas personas.
El tiempo que he pasado, mirando hacia adentro,
como Narciso embaucado pero en su propio tormento,
ni la ciencia ha teorizado un sentimiento,
y es que es algo tan complejo,
que no terminas nunca de entenderlo ni de viejo.
Ahora miro al cielo y pienso donde iremos,
desearía ver sin velo para poder entenderlo,
la fugacidad del tiempo, la tonalidad del viento,
y la profundidad del arrojo en cada intento.
Ahora miro al suelo y sé bien donde iremos,
fuimos polvo, somos polvo y polvo seremos,
por lo menos saber que nos queremos,
aunque nunca fuimos buenos.