El aniversario de la muerte de mi madre

En ocasiones me vuelvo algo melancólico y me dan ganas de escribir en esas páginas antiguas, en la época anterior a la evolución de las redes sociales, pero no me nace la creatividad en la creación de la escritura como antes, así que decidí estar en este espacio para realizar notas libres, siniestras a ratos o simples estructuras de mi día como lo sería un diario de vida de alguna adolescente enamoradiza.

No es mi primer intento, creo que escribí dos días en una aplicación de notas y lo borré por la inseguridad que me persigue a todos lados que voy. Lo volví a intentar, en esta ocasión porque aunque me duela me reincorporo a la intensión de ser un alguien, convencido de mis inseguridades como forma de vida y sin miedo de seguir luchando ante mis sombras que hablan a diario entre memoriales y pensamientos fatigados.

Hablando de memorias, hoy Facebook me recordaba una publicación del pasado. Considero que ver recuerdos de Facebook lo hacen los viejos, siempre me critican por decir que soy viejo, pero no entienden que el alma decide y uno puede nacer viejo y morir joven. Bueno, la cosa es que Facebook me recordó las publicaciones posteriores al entierro de mi madre, la misma mujer que me enseñó a llevar de buena forma la vida durante mis etapas de adolescencia tortuosa. Nos acompañabamos entre empanadas de pino y un jugo Kapo por las veredas de las grandes avenidas de Santiago, en bancas de madera, esperando una nueva sesión del psiquiatra que me analizaba a diario.

Cuando se murió mi madre, hace 3 años en el pasado, publiqué una foto y en el pie de página puse: "la persona más importante en mi vida" y aunque suene medio egoísta esa frase, porque parece que me cierro a nuevas posibilidades, todavía creo que ella siempre será esa única persona que estuvo a mi lado en medio de mis traumas y complejidades.