Dando vida a mi recuerdo

Me entrego dispuesto a la arcilla y al barro,
en mis manos la doy forma con el recuerdo
y con las hojas secas y las espigas plomizas
acierto a ver entre sus oquedades su rostro,
la sonrisa dulce que emociona a mi corazón
y el pliegue natural de sus hermosos ojos.
Dibujo con trazos plácidos el refugio
donde se aposenta la bóveda celestial
y los matices enredados en la comisura
de unos labios que se unen y se separan,
solo para decirme suavemente al oído:
¡Soy la creación de tu dulce recuerdo!
El alfarero sueña con dar vida a su obra,
y yo con las puntas de mis dedos esbozo
y doy mil caricias al incoherente barro,
intento romper el mármol con mis manos
para traerla completa de mi memoria,
golpe y cincel en cada curva de su piel
y en cada delicado matiz de su silencio,
mas a solas espero a que tome mi vida
con la esperanza de ser de nuevo amado,
de sentir en la arcilla el perenne amor
que lleva colores alegres y destellos de luz.
Llevo su imagen en la fragua del alma,
se enciende el ascua y arde el carbón
con la sangre ardiente de mis venas
hasta crear con las puntas de mis dedos
la comisura fina de sus labios pintados,
aquel primer beso que eleve al cielo azul
la imagen que se esboza en el recuerdo.
Quiero dar vida a la arcilla y al barro
y que me entregue de entre las hojas secas,
de entre las espigas que se van angostando
el amor que nace dentro de mi corazón,
quiero que el pincel trace en el tapiz en blanco
la comisura encendida de sus dulces labios,
la mirada profunda de sus hermosos ojos,
que en la entrega de mi alma en el color
tome la ceniza y la escarcha, a la amapola,
la espiga plomiza de un mar de trigo,
y en el lecho del río esboce su bello reflejo
con las gotas cristalinas de mi recuerdo.
Quiero fundir en la fragua del lento latido
su melena oscura aventada por el viento,
su piel ambarina y su sinuoso cuerpo
golpe a golpe en el yunque de mi corazón,
hasta traer de entre las llamas encendidas
el amor que me espera en el recuerdo.​