la muerte es una top model ucraniana

.

hace rato que no mojo la brocha

hace rato que, arrellanado en el sillón
a media luz, oyendo un blues perrón del misisipi
no me entrego al deleite de romperle el sello
al tapón de una botella de jak daniels
para dedicar luego las siguientes 3 o 4 horas
a chingarme el contenido de la misma al tiempo que despacho
uno después de otro todos los putos cigarros
de una cajetilla de marlboro

hace rato que el máximo placer
que me proporciona la perra vida
se deriva de bajar cojeando
a la playa, a eso de las 3 pm
a echarme en la arena a tomar el sol
un par de horas, con objeto de que el calorcito
me aliviane las malditas reumas

como un puto vejestorio jubilado

a veces fantaseo con poder meter el rabo
en el coño veintiañero de una top model ucraniana
tetona, culona, piernas largas como enredadera de babel
-ella y yo desnudos bajo la luna y medio ebrios
sobre la cubierta de un yate anclado en el mediterráneo-

pero no es que me obsesione con ello
y en realidad me tomo con filosofía
el hecho de saber que tengo de muy pocas a ninguna
malditas chances de cumplir mis fantasías

tampoco es para tanto, me digo a mí mismo:
es sólo un jodido coño
un poco del mete-saca de toda la vida
la nena simula que la estás llevando a la gloria
el puto yate se menea al vaivén de las olitas
5 minutos después acabó todo
coges el whisky y le metes un trago
la chica pregunta a dónde la vas a llevar
tú sólo quieres tomar otro par de tragos y meterte a la cama
ella quiere reventarse hasta el amanecer en alguna mierda de antro

"eres un puto carcamal aburrido y amargado, villa"
"y tú eres una pobre diabla dándose los aires de emilia ratajoski"

hay que ser realista -me sigo diciendo a mí mismo-
mi potencia sexual está por los suelos
el pájaro sencillamente no se me levanta
si antes no me encajo dos viagras
-así y todo solo consigo tener media erección-
la puta pensión por vejez
apenas me llega para cubrir
el alquiler de la pocilga de mierda en que vivo
una despensa con lo básico, señal de internet
la luz, el gas y una hoja de papel
para hacer un barquito con ella

aunado a ello -vamos siendo francos-
lo cierto es que, ni siquiera en mis mejores épocas
he sido un tipo lo que se dice favorecido por las mujeres
en otras palabras:
me llevaba a la cama a puros esperpentos
gordas, viejas, fofas, celulíticas
alcohólicas perdidas, divorciadas resentidas y amargadas
liposuccionadas del culo, empoderadas del falopio
adefesios que nadie se quería coger
y que al final consentían en aflojar las nalgas
-eso si antes no me mandaban directamente a la verga-
solo porque les daba lástima
o porque les daba dinero
o porque de plano sabían que nunca más tendrían otra oportunidad
de que un hombre quisiera copular con ellas
si no dejaban que yo me las cogiera

así que sí:
ya no se me para, no tengo dinero, no tengo mujer
llevo más de un año sin comerme una rosca
el whisky empeora mis problemas de reflujo gástrico
una debacle depresiva se cierne sobre mi atribulada psique
he tenido un micro infarto por abusar de la viagra
-el puto doctor me recomendó olvidarme del sexo:
"hay otras cosas en la vida, señor villa:
puede coleccionar timbres postales
pescar, aprender otro idioma, practicar feng chuy"-

he pensado que un día de estos
amarraré una cuerda a la viga del techo de mi cuarto
y me colgaré del pescuezo para ahorcarme;
ignoro la fisiología del estrangulamiento, pero no dudo
que un agónico estertor convulsionará los fundamentos de mi carne
y exprimirá de mis bolas todo lo que quede en ellas:
la muerte será la top model ucraniana

que me hará eyacular como un maldito géiser antes de estirar la pata








.

 

Venía uno al bar con el que, a veces, cuando cerraba, íbamos a la discoteca unos cuantos. Con diez cervezas cada uno y viento en popa hacia la disco, nos decía: "Tranquilos que las nuestras no no las quita nadie".Y así era. Llegábamos tardísimo y allí estaba una coja fea, una muy pero que muy bajita y dos gordas de cuidado ja, ja ja... Que nadie se enfade por el machismo que hablo de hace cuarenta años. Cosa de chavales. Pero ahora sigo igual ja, ja, ja...

Difícil, señor Villa, abandonar el camino del alcohol, se cobra sus deudas y cuesta lo que uno sabe.

Salud2, mi Bucosqui latino.

 

Por cierto, uno de los que iba se llama Luisito, bajito de unos 60 años ahora que anda por su tierra, Nayarit, pastelero y panadero de oficio. Allí se fue tras su mujer cubana y ahora anda con una mexicana. Si por esas casualidades de la vida coinciden, déle recuerdos y tómese las copas que quiera con él que le aseguro que ha bebido más que usted ja, ja, ja...

Salud2, compañero.