la particularidad de un momento

Todo pinta ser una burla del destino, que parece nunca cansarse de hacer el mismo chiste.
Atravesar la espesa pared que nos brinda la ciudad nocturna, noche tras noche nos enamora vendiéndonos ilusiones y promesas, pero nunca nos dice que si, solo es una amante desconsiderada.
Y vuelve a golpearme esa triste sensación de derrota, no se detiene por piedad, no conoce de esas sensaciones, pero yo tampoco, no dejo de castigarme y recriminarme cosas, soy mi peor critico y mi mas fiel consejero, como si esas dos personas pudieran vivir en mi, ¿pueden? O solo es una ilusión para conformarme y no entrar en pánico y sentirme solo.
A veces me disfrazo de bruto y ahí es donde más percibo la reptil frialdad de la gente y sus estereotipos.
La magia o esa “onda” que buscamos es la energía que despiden ciertas personas, admirable, realmente envidiable. Todos buscamos poder hacer un lindo sonido en este ruidoso show llamado planeta.
Benditos los poetas y su sabiduría compartida, cual es la función de apropiarse de lo que emana el alma sino aprovecharse de esa lotería del caos que elige azarosamente a ciertos idiotas para expresarse a través de ellos.
Mucho de lo que hacemos son los famosos ritos mediocres de la cultura de hoy, que seguimos al pie de la letra para no desencajar demasiado, mantenernos rebeldes pero sumisos, dentro de un grupo que podríamos llamar “Rebeldes socializados”, aceptamos la patada en el culo, pero no queremos que nos duela mucho. Sin la magia, la música, el teatro o la poesía son solo formas de ganarse la vida y la gente “muy talentosa” se encierra en los laberintos de sus propios piropos.
Amamos el fracaso de los que quieren enderezarse, es como si dejaran de mirar el mundo donde nos encontramos, se casan con un auto, tienen romances con el supermercado y eligen la llave perfecta para su ser, respiran hondo, como si toda la vida hubiera sido un error, como si ese ser miserable hubiera estado siempre oculto bajo el disfraz del agachado, mediocres, no quieren ser otra cosa, ni siquiera lo intentan.
Jugamos un juego casi imposible, recibirnos como adultos


MENDIGO

 

me parece una crítica muy buena de la sociedad,felicidades!