El amanecer.

El amanecer.
Para la Dra. Adriana Lewis.

Yo dejé los adioses entre las páginas del último libro.
Mendingando las palabras que abarcaran lo justo y necesario
para la ocasión que se presenta, el adiós inconsecuente
y necesario para la subsistencia de nuestras almas.
El mago se oscurece en su malabarismo de palabras
y los pañuelos de colores excitados se hacen escasos.
Yo duelo la caricia de tus manos y añoro el tibio roce de tu piel.
Las huellas entumecidas de mis dedos sobre el hielo de tu corazón.
Hay un dolor de hinojos sobre tus ojos al coagularse tus lágrimas,
como un agua bendecida que se avecina al mismo borde de tus párpados.
Yo quisiera enjuagar el torrente de tu alma,
contenerlo, así, como una presa que asiste a su desafío.
Las palabras se arropan contra el frío que brota de tu alma.
En Filadelfia llora ante el poema Adriana con su copa de vino,
atrás queda la universidad y su universo mitológico.
Los libros escritos y los que nunca vieron su nacimiento.
Nosotros compartimos ese suicidio, a veces yo me saco de las axilas
páginas en blanco, tú tienes un libro en la vagina
que llora como un niño porque no acaba de nacer.
Hace tanta tinta que el corazón no late,
tantos años de tiempo, de poema en poema,
de metáfora desfigurada y quebradillas degustadas.
Pomos de pura envidia, a la Lorca, y unos tragos ahumados
de pura poesía matutina, pincelazos de rojos y naranjas
por todas nuestras paredes, y unos verdes, unos verdes
azulosos que nos arrancan la melodía de la garganta.
Hay poemas que se derriten como helados de vainilla.
Otros saben a chocolate de Suiza, pero el cacao es nuestro, no de ellos.
Adriana se intoxica en su porto dulce y me habla entusiasmada
de su preocupación intelectual sobre el poema,
“la nostalgia nos muerde como un perro”,
y yo la calmo con mis ojos, con la mirada del que sabe,
conocedor de lo incógnito, cetro de cielo gris,
algarabía de merengues y lentitud de boleros,
quejumbre de tangos y calles adoquinadas,
no importa donde, en Buenos Aires o Santo Domingo,
son las mismas calles, terminan en el mismo sitio.
El corazón late en nuestros pechos,
mañana será un nuevo día...

 

Una bella historia de nostalgia y tan recreada que me parció verlos a los dos ,mientras se desnudaban "el alma", maraviloso poema y mis estrellas a tan respetada Dama,un abrazo poeta ¡ Feliz 2008 !:::hug:::Rosario

 

Demasiado buena y elegante la forma de narrar esa pequeña historia... Me encantó. Aplausos y estrellas, poeta.

 

Gracias amor por siempre estar aqui en mis versos. Feliz 2008 para ti. Besos.

 

bonito poema amigo un gusto leerte.

 

Gracias Salvador, abrazos y lo mejor para el 2008.

 

Bravo poeta! Un poema que nace desde las profundidades de tu propio mar referencial. Un placer leerte, Carlos. Feliz año!

 

El gusto es mio. Felicidades en el 2008.

 

Gracias Roxane el placer es mio. Besos.

 

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Adriana se intoxica en su porto dulce y me habla entusiasmada
de su preocupación intelectual sobre el poema,
“la nostalgia nos muerde como un perro”,
y yo la calmo con mis ojos, con la mirada del que sabe,
conocedor de lo incógnito, cetro de cielo gris,
algarabía de merengues y lentitud de boleros,
quejumbre de tangos y calles adoquinadas,
no importa donde, en Buenos Aires o Santo Domingo,
son las mismas calles, terminan en el mismo sitio.
El corazón late en nuestros pechos,
mañana será un nuevo día...



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Creo que ya lo sabía, pero vos acabás de confirmármelo: Las calles son las mismas y los que amamos a la poesía las frecuentamos, como náufragos, en cualquier domicilio existencial.

Bravo, Poeta.

Estrellas en todas las direcciones.

 

Aunque no conozco a los protagonistas, debo decir que tienen suerte de tenerse mutuamente, sea como pareja, sea como amigos solamente, se siente la camaradería, el compartir, los nexos...Palabras dulce y elegantamente adoquinadas, para dar un espaldarazo al ingenio, y al alma llevarla al cielo de la paz y tranquilidad, así lo siento, claro es mi sentimiento, besos y estrellas, te reconozco y habrá que quedarse a los pies de tus letras poeta, muuuacks!:::hug::::::hug:::

 

Asi es poeta, todas terminan en nuestros corazones. Besos.

 

Muchas gracias preciosa por tan bellas palabras, siempre se aprecian. Mis besos para ti.

 

Cálido e intenso relato de amor y convivencia,
donde se comparten las ansiedades
y angustias de la vida cotidiana,
magistralmente relatado, con sabor a ciudad cosmopolita,
con calles de asfalto o empedrado,
del que la sabe "lunga",
por haberlas caminado en todos sentidos...
Un abrazo,
edelabarra

 

Nuevamente te encuentro en mis versos, gracias hermano por todas esa palabras hermosas, como siempre, de ti la mejor critica que siemdpre aprecio. Abrazo.