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Suo tempore: La línea de la mano

Tema en 'Poemas de Amor' comenzado por Five_Little_Prince, 9 de Enero de 2008. Respuestas: 2 | Visitas: 662

  1. Five_Little_Prince

    Five_Little_Prince Poeta recién llegado

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    21 de Diciembre de 2007
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    Hoy me desperté entre los recuerdos
    que todavía no han sido destronados
    del planeta en donde vivo.
    Y pienso en todos los poemas
    que todavía no le he dedicado.

    Y sedicioso de aventuras
    yo no paro de mirar hacia la calle
    que me está invitando
    osadamente hasta la vida
    -Así: cierta y peligrosa-,
    y me separa de ella
    el cristal de mi ventana.

    Podrán decir de mí que soy un tonto.
    Pero aún sobrevive
    Un nostálgicovestigio de esperanzas
    -que también de paso sea dicho:
    me están aniquilando-,
    de asomar apenas mi nariz por la ventana
    y feliz de mí verte allí esperando para hablarme.

    Y perdónenme si les parezco ser un tonto,
    pero es que todavía creo tercamente
    que al enamorado le suceden cosas increíbles.

    Mi vida en verdad ha sido un poco dura
    desde que a pesar de mí
    vuelvo a vestirte por las noches.
    Y me pierdo tontamente en acertijos
    que rayan los cielos de mi mundo,
    escritos con todas las palabras que evitan pronunciarte.

    Una vieja idea
    está tocando a la puerta de mi mundo
    como si fuera quien regresa al hogar
    después de mucho tiempo:
    arrepentido y escuchando únicamente
    el mismo taconeo del zapato en las aceras,
    marcando el solitario y lento paso de las horas
    después de haber perdido en inútiles apuestas
    y en unas pocas manos que siempre se recuerdan
    todo la suerte inexplicable con la que venimos a este mundo.


    Y pienso de repente en la trama
    de viejas y fantásticas lecturas.
    ¿No serán todas las fábulas
    de los gnomos y los elfos
    una inexplicable tempestad
    de ideas que se calma
    solamente en el amanecer de la escritura?

    Yo quería escribir como los dioses.
    Yo quería...
    Que los corazones que más quiero
    leyeran mi poema.
    Y encontraran en la estrofa
    que encabeza su estructura
    un verso principal que
    a los hombre y mujeres atrapara
    con su primer vocal o consonante.

    ¡Ah, Dios!... Mi niño está muriendo.
    Mi corazón fue en el pasado un cálido planeta.
    Y tenía las puertas más enormes
    que jamás hubiera visto.

    En él vivía toda mi familia,
    pues las puertas de mi mundo
    siempre estaban de par en par abiertas.
    Y si algún desconocido venía a visitarme
    le apartaba para él un entero continente
    -Europa, por ejemplo-.
    Y yo se lo confiaba
    para que no se sienta incómodo,
    todo el tiempo que durara su visita.

    Y así desatendía todos mis quehaceres
    para que mi visita no se sienta en soledades.
    Y entonces preparaba un gigantesco
    juego de rayuela,
    e íbamos saltando desde España
    hacia el imaginario cielo
    que se acaba en los Urales…
    Y así por todo el entero continente.

    Yo hacía todo esto
    para que mi huésped no se sienta en soledades.
    En ese mundo yo vivía con los míos…
    Y Había espacio para todo el que quisiera.


    Recuerdo que en mi mundo siempre estaba preparando
    las mejores tierras…
    Por si algún día arribaba mi princesa.
    Y entonces ella pueda construir allí su reino.
    ¡Ay… Si vieran cómo estoy perdiendo el tiempo!
    Pues en soberbios rituales cotidianos
    yo malgasto horas y horas
    En vez de estar alfombrando
    el suelo imaginario que ella pisa.

    Ahora que mi mundo es un planeta
    que se ha helado de a poquito,
    yo derrito un poco el hielo con lágrimas amargas.
    Así también fueron cambiando
    las aguas de los mares de mi mundo…
    Cuando todavía me paraba en tierra firme.

    Hace mucho tiempo mi corazón era un refugio
    Para todo el que quisiera recordar que en esta vida
    Aún queda lugar para la magia.
    Ahora que mi corazón es un planeta
    que se ha enfriado poco a poco,
    la idea del seguro invierno me ha enseñado
    a defender mis territorios...
    De los terribles fantasmas que yo invento.

    Hoy es un día en que el sol está nublado.
    Y mis palabras me recuerdan
    a mis primeros cuadernos del colegio:
    Me voy así hasta mis primeros cumpleaños,
    y veo los regalos que me hacían mis amigos.

    Recuerdo cómo les quitaba
    los fraternales envoltorios,
    muy despacio...
    Y con miedo a que se rompan.
    Con marcial esmero desplegaba
    las equinas del paquete,
    así de paso en próximas cajitas de zapatos,
    y en amistosas fechas donde celebraban
    los aniversarios de mis seres más queridos,
    yo pícaramente repetía el envoltorio,
    cuando ya todos se habían olvidado por completo
    de la fiesta en que lo había recibido.


    A veces mis agasajados pensarían:
    ¡Con qué dedicación armó este niño mi regalo!
    Y en verdad no me sentía un miserable.
    Pues cuando en mi mundo todavía festejaban reuniones
    dos o tres vísperas antes del día señalado,
    era ley que nos regía a todos los vivientes
    (Soberanos, pueblos y vasallos),
    considerar el contenido del paquete,
    la intensión con que se había hecho el regalo…
    Antes que fijarnos
    en cuánto nos habría costado la envoltura.

    También era un alivio…
    pues no tenía que visitar ninguna tienda,
    ni pensar de qué color podría
    más gustarle a mis queridos,
    el envoltorio de una antigua pluma fuente…
    Que yo quería regalarles hace mucho.

    Según el tamaño del paquete que me daban
    yo ya me estaba imaginando
    qué podría haber sido ese regalo…
    Y también según quién me lo diese;
    yo ya especulaba con mis siete u ocho años,
    cuánto podría terminar gustándome el obsequio.
    Si venía, por ejemplo, del lado de mis padres
    yo sabía que era algo que hace mucho que quería.

    Ahora que mi corazón es un planeta
    que se ha enfriado poco a poco,
    y en sus océanos navegan
    sínicos témpanos helados,
    ya ha dejado de importarme
    el papel del que se envuelven
    finamente los obsequios.

    Lo malo es que ahora no me fijo
    si no arrugo el envoltorio para abrirlo,
    ni tampoco de quien viene:
    Pues ahora que mi mundo
    se ha ido helando poco a poco
    me da igual si es o no mi cumpleaños
    con tal de recibir un agasajo.
    (Y de paso saber que aún le importo a alguien).

    Cuando mi mundo aún era templado,
    Yo recuerdo con gran pena,
    Que guardaba en una caja de zapatos
    Pequeños amuletos que me harían
    recordar felicidades o tristezas:

    Allí guardaba insignias,
    emblemas y semblantes.
    Por ejemplo, diminutas banderitas
    que había rescatado del incendio
    en cada país que alguna vez he conquistado.
    Y por supuesto:
    Las cartas de mis reinas más queridas.
    Juguetes yo guardaba de recuerdo,
    Por si alguna vez otro comarca
    Me pedía testimonio
    De los años más felices de mi historia.

    También me he refugiado muchas tardes
    Dentro de mis cajas de zapatos…
    Eso lo hacía si invasores de otros mundos
    que venían por mis tierras, me dejaban fatigado
    después de la batalla.

    Mi mundo se ha ido helando más y más
    cada vez que el crudo invierno
    vencía con sus nieves poderosas
    las fuerzas de todos mis ejércitos.
    Y así después de muchos años,
    aunque yo siempre me había
    imaginado lo contrario,
    se acabaron todas las raciones.
    Y otras tropas acamparon
    en la noche de mi mundo.
    (Sabrá Dios su procedencia).

    Los ejércitos inciertos
    aceptaron servir a mis propósitos.
    Pero igual yo mucho no confiaba:
    Le temía a las revueltas o motines.
    Pues a cambio de su espada
    Siempre estaban exigiendo que les diera
    lujosos aposentos…
    Y títulos que aún no merecían.

    Yo recuerdo que cuando mi corazón
    aún era un mundo de templadas tardes,
    nunca escribí nada que no fuese perfecto.
    Y pensaba mucho cada verso de mi estrofa.

    Durante un tiempo mi corazón fue un cálido planeta:
    Y pensé mucho antes de hablar o dar consejos…
    Pues detestaba a las palabras que sobraban.
    Mas ahora que mi corazón ya es un planeta
    que se ha enfriado poco a poco,
    francamente no me importa mucho
    Rellenar mis poesías con palabras
    que no rimen demasiado.

    Cuando mi corazón aún era un mundo
    que no se había enfriado
    a mí no me importaba demasiado
    lo que había sido cierto.
    Y mis deseos se fundaban
    en los sueños que aún eran posibles.

    Hace un tiempo mi corazón también ardía
    como un crepúsculo de lava
    que al paso devoraba con paciencia,
    los campos de maíz desprevenido.
    Hoy hasta me avergüenza recordar
    las fantasías que tenía algunas noches.

    En un tiempo yo ordenaba con prolijo esmero
    a todos los países de mi mundo,
    y a sus pueblos yo cebaba con bondades,
    para que así nunca hubiera guerras
    por hambre ni por terrenos.

    Y yo me quedaba despierto hasta muy tarde
    (Se los juro)
    regalándole caviar a los niños desnutridos;
    y les daba consuelo a los ancianos de mi mundo...
    Ya que habían malgastado de a poquito, uno por uno,
    los días de la adolescencia incautivable.

    Hectáreas de esperanzas repartía
    para que después de la cosecha
    los obreros fabricaran sobre el campo su morada.
    Y así si en mi planeta alguna vez había guerra,
    yo con diplomacia la acababa sin demora.
    Claro que en ese tiempo yo más me dedicaba
    a pensar cómo se deben acabar las discusiones
    que defienden los extremos...
    Y descuidan lo importante.

    Ahora me permito
    que la gente que visita mi castillo
    pase hambre, pase frío...
    Y le soy indiferente a la discordia.

    El globo terráqueo que acunaba
    a los cinco continentes de mi mundo
    poco a poco se ha ido helando;
    y hoy sus puertas
    (que antes invitaban hacia adentro
    a quien pisare su felpudo)
    se fueron entornando demasiado.
    Pero hace 20 aniversarios
    mi mundo fue muy cálido.

    Ahora solamente...
    Transmite templanza mi escritura.

    Alguna vez, cuando postergo mis deberes,
    Y asomo apenas mi nariz por la ventana...
    ¡Allí están todavía los cinco continentes!
    Con todos sus países…
    Con todas sus ciudades capitales.

    Y esta noche me quedaré
    despierto hasta muy tarde
    (Te prometo),
    Imaginando que toda Salamanca esta desierta...
    Y un castillo alzaré hasta las estrellas
    Y en tributo de tu nombre
    Para que sea tu aposento...
    Y nunca más quieras marcharte
    de mi mundo abandonado.




    Pero sé que las poderosas nieves
    del invierno repentino
    volverán urgentes a mis tierras…

    Y helarán mis mis continentes.


     
    #1
  2. marianella

    marianella Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Un extenso texto, que interpreta a un hombre lleno de ideales, sobretodo lo que se entrmezcla con el romance...
    estas triste melacolico, pero por ahi se deja ver las ganas de amar nuevamente...
    el verdadero amor llega sin que salga y esperes por una ventana...
    saludos
     
    #2
  3. Five_Little_Prince

    Five_Little_Prince Poeta recién llegado

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    Esta bien asi? te llega mi respuesta?

    Si, un texto extenso que con su melancolica largura busca la luz y el corazon de las personas. He de haber llegado al lugar correcto...

    Te agradezco que hayas dejado tu firma
     
    #3

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