Dándole vueltas al día

Dándole vueltas al día


El día en que perdí
la vida en una calle de Granada,
ahogado en el azul del mar, midiendo
cada palmo del cuerpo de la Alhambra,
desde algún mirador de Sacromonte,
me dio
la mano del deseo la esperanza
camuflada en los besos y en las manos,
en las frases que montan el aliento
y en las ondas del pelo en unos hombros
que tímidos marcaban la sonrisa.

Perdí
la voz de la memoria que otras veces
supo como avisar de este peligro
que traen algunas tardes en que uno
camina junto a un cuerpo deseado
y descubre debajo una persona
que quisiera en su vida para siempre.

Pasó la tarde tímida y sin grandes
festejos ni agasajos a la noche:
los cármenes colgaban de sus muros
las flores y las luces como guiños
para reconocerse en el camino
de piedra por el que la fui perdiendo
sin saber que lo hacía, y sin embargo,
de alguna forma el tiempo limitado
de mis pasos aquí
me lo estaba diciendo y esta vez
la voz de la memoria que otras veces
supo como avisar de este peligro
que traen algunas tardes en que uno
se descubre mirando un mirador
en unos ojos nuevos que lo miran
no me quiso decir que mientras tanto,
mientras la amaba en estas horas infinitas,
mis días en Granada terminaban
y ya nunca la vería.

 

De generación de los idiotas nada amigo. Un placer pasar por tu poesía vivida de tu biblioteca de sentimientos. un fuerte abrazo. Javi. (el rescatador del desván de los poemas olvidados).

 

Llevas al lector pegado a las letras... Muy agradable la lectura. Te felicito.

 

La estancia en lugares siempre conlleva recuerdos y más si nos dejan espinados un trozo de sentimiento, la esperanza te dió la mano del deseo y la verás hombre no seas negativo que me deja un hilo de tristeza ese final, muy bien escrito, de nuevo me gusta lo que escribes.

Un saludo.

 

Una vez más, muchas gracias

 

Una vez más, muchas gracias

 

Una vez más, muchas gracias

 

Una vez más, muchas gracias