Otras caras

Las olas que yo amaba
se las disputé al mar
en un juego de idas y venidas.
El viento celoso miraba.

Mi habilidad consistía
en ver cómo te dibujabas
por encima de las olas,
esculpiéndote en blanca espuma.

La ola que yo amaba
me la robó el mar
en ese juego de idas y venidas.
El viento celoso envidiaba.

Mi debilidad son las manos,
arenosas, torpes, desordenadas
entre cuyos dedos blandos
se diluye la sombra de tu cara.

 

Bienvenido amigo, tu poema lleno de metàforas, muy lindo, me gustò porque yo tambien amo al mar.
un placer

 

:::blush::::::blush:::

Gracias por tu comentario. Compartimos entonces el sabor a ola.
Un placer leerte.