La habitualidad agresora

Te abaten a lamidas con sus lenguas de humo.
Creen haberte creído y no te creen.
Creen haberte escuchado y no te escuchan.
Creen que te ven sin que a sus ojos te muestres.
Eres la habitualidad que se acumula, perceptuante.

La tranquila seguridad de sus enjambres
donde crees hallarte entre inquilinos
ciegos y afectuosos, no es tu casa; es sólo un puente
de lo organizativo y lo intramundanizante.

En rigor, la familiaridad es una mentira.
Eres libre para decir no me toques
y, aún así, te manosean a gusto.

Indice / Heideggerianas

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Quizás sea porque nuestro derecho finaliza donde comienza el del otro.
Claro que somos libres para elegir, pero también el resto y, a veces, actúan en desfavor de terceros.
El punto es que parece usted enojado, caballero. No, quizás no enojado, pero sí lleno de impotencia. Acostumbrarse demasiado a algo suele ser destructivo, reemplazamos la realidad con lo que creamos en nuestar mente y encima lo hacemos inmutable. Se pierde mucha magia al mirar y no ver, pero, quizás sea inevitable, será cuestión de que a cada uno nos interese lo suficiente como para platearnos algo semejante a lo que plantea usted en este caso, pero, la verdad, creo que es una forma que posee nuestro cerebro de ahorrar energías. Quizás por esa mimsa pereza usamos el 10 % de algo que podría redituarnos muchísimas ganancias (y no hablo de materiales, aunque ellas vendrían unidas).
Buen poema, caballero, es un placer leer este tipo de planteos.
.:Tati:.​

 

Tati, interesante y profundo comentario a mi poema que describe el aguante de la gente inauténtica a la familiaridad, a la habitualidad, que les quita libertad y dignidad. Cuando se vive con autenticidad, la mente funciona con esa lógica que tienes. Busca su noble ganancia, no la pereza de lo habitual y apático.

Un abrazo, carlos

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Realmente aprecio
la voz en un solo grito,
es tanto como decir
basta...
y no continuar
hasta que se vaya el eco.
me gusta leerle, es un total aprendizaje
Saludos ​

 

Saludos, Sabrina, gracias por pasar
y dejar tu grata huella.
carlos