la casada del bar

Numero incierto de teléfono, el que quiero preguntar,
nuevos motivos de un beso quiero empezarte a rezar,
buenos abrazos especiales, quizás empecemos a dar,
sensación de nueva espera se me presenta en este bar.

-Buenas noches- con vos fuerte en mis labios se producen,
ojos en ojos se bloquean las mentes y empiezo a sudar,
tu respuesta tan esperada no llega, y en el bar todos beben,
miro alrededor y sin más, cerca de tu oído me empiezo a agachar.

Ruidos de labios… ni mi mente escucha lo que digo,
solo un sentimiento de una extraña convicción,
de que vos podrías ser un buen descanso en el camino,
de que vos podrías ser motivo y en mi vida una extensión.

Rosa roja de papel te regalo ante el semblante,
decorando un poco tu fría mesa de bar tan oscura,
y sin preguntarte demás, empiezo a tu lado a sentarme,
sin escuchar argumentos que tengas de la vida dura.

Pienso en vida dura porque es un empujón de una chica hacia el bar,
es difícil encontrar alguien tan linda sentada y lista para tomar…
de repente en un segundo mi mente te empieza a escuchar,
contándome castigos que producen los sentimientos al amar.

Me decís que has elegido al mismo diablo para el anillo,
que te ha traicionado a descuido por otra chica especial,
intento cambiar de tema para no ser solo un tonto amigo,
que escucha a una mujer en sus miedos siendo tan sensual.

Tragos cortos, tiros largos, compartimos algún vicio,
el teléfono te suena atendes muy atentamente,
entre los versos con tu novio del malestar soy testigo,
me empiezo a acercar al respaldo muy lentamente.

Lagrimas de extraña estoy empezando a secar,
lo que empezó como un levante se esta empezando a marchar,
aunque simulo mis ganas de empezarte a besar,
y ante el maquillaje corroído, respondes con ir al baño a retocar.

Sentado en la mesa veo que no dejaste garantía de tu vuelta,
ni un cigarro, ni fósforos, ni nada que me muestre tu regreso,
empezó mi incertidumbre, mis ojos miran hacia la puerta,
tanta charla descargada para que no me des ni un beso.

Me paro, me ensaco, cigarro en labio colgado, me voy para la barra,
camino y maquino quien era esa hermosa mujer a quien seque sus llantos,
que no aprendí su nombre, y que por sus tetas, he olvidado su cara,
que le compre su margarita, y que olvide de decirle -nos vamos-.

Me tendría que haber avivado un poco y escuchar mi pantalón,
romperle la boca de un beso sin que se asuste ni nada,
solamente le hubiese dedicado en la rocola una canción,
sin importarme, de quien carajo,está en su vida enamorada.

 

Buena poesía. Umágenes que se entrelazan con pensamientos y sentires. Un ritmo vivo y talentoso. Me encantó su poema poeta. Un saludo.

 

muchas gracias por tu comentario, muy contento de que te haya gustado, saludos