Un río se forma y encauza (Parte III)

Del poemario; Un río se forma y encauza

III

Ah! Orejas del barro
Tus colinas son tus dientes

Que limpia el viento, en toda mañana
En que respires

Por ahí camina una perdida amiga
De tus hongos que se cebaba,

Como los duendes o las flores
De libros que carga ella,

De vivas letras

Nutridas de la sangre del hombro

Se enraízo tal libro, en su rosario
Son los ápices de tales gérmenes

Que agarrotan el pecho

Mi Señor,
Tal caminar es pegajoso
Por entre montañas de dientes
Que tienen también su lengua

Es la voz que salivan las montañas de esta boca

Mas la joven ya halita en libro
Y el pensamiento de sí misma se atestigua
El sí mismo

Ya no sabe de colinas de hueso nevado
Ni de oído que aperciba,
El polvo con sus calores

Es en sí, su imaginería y pensamiento
De voz, que agrieta un libro y su raíz florecida

Un sino se abre en esta hora
En su pensamiento que saliva palpable al fin
En sus ideas innatas

¿Puede el viento pensar en que me sopla?

Incluso mi voz que imagino,
¿Forma en sí, su propia conciencia de lo que hablo?

Así, se hizo invisible esta vieja amiga
Preguntando en todos mis recuerdos
A todo lo que no tiene réplicas para el pensamiento

Solo le restan sus ojos, pues le aturden
Por lo que antes veía y ve,

Pues esta escrito
Para ella desde siempre, a pesar de sus orejas y bocas

“Mis ojos no se cierran”

Antes hablaba y ahora no, antes oía y ahora
Sus orejas irritan en tan solo pensar el ruido

No es sino una idea, su recuerdo del mundo
Y la amistad mía, que ahora es invisible

Mas sus ojos no se cierran,
Pues le arden​

 

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