Las puertas del tiempo

A Miguel quien tanta falta hace

Son dos para las dos
y mi reloj empieza a retroceder
llevándome consigo hacia mi infancia
escondiéndome bajo las faldas de la abuela
mientras me deja escribir estas líneas de protección

El tiempo va para atrás
y mis manos se vuelven diminutas
dejándome saborear esos olores a hogar
recreando en mi mente la voz de la madre
que dulcemente nos llamaba a la mesa
para sonreír al finalizar el día

El reloj ahora avanza
y me regresa a esta realidad
en que los recuerdos son fuertes
y me veo a mi mismo
como si fuera mis antepasados
sonriendo en la mesa al finalizar el día

Cuando las luces se apagan
los espacios se ven todos iguales
algunas sombras se asemejan al pasado
como aquellos viejos armarios
en que nos escondíamos

Cuando miras mas profundo
ves que los armarios desaparecieron
y puedes ver una clara distancia
pasado y el presente en rutas paralelas

En como la luz transforma los espacios
dándonos percepciones falsas del pasado
haciéndonos suspirar por lo que podríamos encontrar
en un supuesto regresar

Cuando veo esa luz
puedo recordar la habitación de mi niñez
cuando la vida era felicidad
puedo ver el rostro de mi hermano
que alguna vez vi por ultima vez
entre los restos de un día fatal

Es la luz de esta ventana que me transforma
en hombre de un pasado y presente
atrapado en mis pensamientos
enloqueciendo con la distancia
y aquel tiempo que no puedo detener
mientras me voy consumiendo
como un pucho del ayer

 

Como quisieramos retroceder el tiempo, Tu amigo Dago

 

Gracias por abrirme las ventanas de tu recuerdo de infancia y dejarme penetrar en tus vivencias. Me hiciste recordar las mías. Que bueno estar dotado de esa facilidad para escribir tan bello. Gracias por tus versos de esta mañana gatito.

María Laura

 

yo crei que habia contestado este ya jajajjajajajja.... bueno solo decia este poema es super fuerte y de cosas mas reales que la realidad misma

 

Si y puedo ver esa imagen que duele en el 7º párrafo... que intenso.Besos miauuuu


María Laura

 

Y si, todos tenemos nuestros muertos