Amando a la mujer a la que nunca conocí

Hace algún tiempo que dejé de sentir simpatía por eso a lo que llaman vida,
que desperté de esa utopía en la cual mi ser no tenía cabida,
por ser diferente? en absoluto, tan sólo por buscar una verdad que para muchos sigue escondida,
por un afán insaciable de descubrir la verdad, descubrí que la verdad no hace otra cosa más que abrir la herida que antaño se creía atendida.
Debí hacer lo que el resto, cerrar los ojos y dejar que la verdad pasara en la mentira inadvertida, porque sólo la conciencia inconsciente de la ignorancia es la tristeza invertida, la felicidad del necio siempre fue la envidia infeliz de una inteligencia que acaba siendo por sí misma vencida, que fenece sola y deprimida ya que sólo se deja de pensar cuando la mente está dormida, nunca se deja de buscar cuando el insomnio crea en ella un callejón sin salida de preguntas y respuestas refutadas, infudadas, quizás incluso fruto de una obsesión enajenada por aquello que más preocupa a un alma empobrecida: la soledad, que se evita, se pospone y que se desea nunca sea acontecida.

Esta es la historia de un poeta que divaga en un siglo al que nunca perteneció,
historia de un poeta que es fruto de un acierto que se equivocó,
de un poeta que ama a una mujer a la que nunca conoció,
que muere sin morir del todo porque nunca del todo vivió,
intentando salir de un lugar que nunca existió,
para volver al lugar del que nunca salió,
contemplando el futuro como algo que ya pasó,
y que nunca fue, es, ni será, tal y como él deseó,
su imaginación es tal que la idealización de las expectativas que creó,
fueron tan reales, que la realidad vivida sólo en amarga desilusión lo sumió,
todo estaba previsto y aun así todo falló,
en la mente del talento que se desaprovechó.
Sus versos a bellas damas regaló y tan sólo puñaladas a cambio recibió
pues toda mujer presa de sus labios, indigna de sus versos se creyó,
y toda mujer a la que quiso finalmente le abandonó,
excepto la única dama a la que realmente amó,
ésa a la que nunca abrazó, besó, ni sintió,
cautiva de la distancia que siempre los separó,
y presa del sin sabor de saber que el amor de distancias jamás entendió,
más de mil días y mil noches esperó,
al poeta que siempre estuvo pero que nunca llegó.

 

Saludos poeta.