Mi remedio

No hay mejor remedio para la tristeza
que esperar el alba en un día nublado,
pues prefiero evitar toda agonía
que traen consigo aquellos días soleados.

Sí, no hay nada mejor que el preámbulo
de la lluvia, que flagela un mundo mermado
por el hambre y las sonrisas de oro.

Las cadenas fermentan los licores
que vienen en forma de nieve y gotas de agua,
y embriagan los suelos de fastuosos colores
depositados en flores y zalameros amores.

Las nubes, el trueno, la tormenta;
el cielo nublado, solidario, también esboza
su dolor, y luego, amores de espinas fermenta.

Los cielos nublados, para el pueblo indio,
eran voz y advenimiento de dios;
y quinientos años después, los campos de maíz
aún celebran el ruido chac; la presencia de dios.

Los cielos nublados, son los dadores de brío.

Y quien muere en días soleados, sólo aspira
a ser polvo que por los vientos se desliza;
empero quien muere en día nublado
su vida en flor se habrá transformado.

Hay quien ama en día nublado -desde el cielo nivoso-
y se funde en el calor del fogón mientras
una lluvia blanca y cálida es propiciada
por la humedad adecuada.

Sí, hay quien alucina con los cielos color gris;
yo, languidezco en el poema de la lluvia.

Para muchos, el cielo atiborrado de nubes
es sinónimo de ausencia de felicidad;
pero yo, desde entonces, no he visto mejor remedio
que el sol agazapado tras esa fría nubosidad.

Estos causantes de la lluvia, son testigos
de todos mis amores y mis desesperanzas,
y con ellos, renuevo mi vida de esperanza.

 

bonitas letras amiga. esplendido poema,placer leerte.

 

Lindas líneas.