Ellos

Lo levantaron de la calle,
a dos cuadras de su casa
y lo metieron en un auto
con un fierro en la cabeza.
Casi enseguida,
usaron las culatas a modo de martillo
Callate
Callate
Callate
Ca-lla-te,
en las costillas
y en los nudillos
cuando intentó cubrirse,
le gritaron que cierre el pico
y le vendaron los ojos
con el miedo blando y asqueroso
servil como un bicho amaestrado
obedeció,
al rato lloró,
pidió que lo dejen,
que lo suelten,
se meó encima
y se sintió miserable por eso,
y por no saber nada.
Ellos le hicieron promesas
lo verduguearon,
amenazaron a sus hijos,
después, entre risas,
le dijeron que se calme.
El viaje fue largo,
los sacaron de los pelos,
lo arrastraron por un patio,
o algo así,
por un lugar silencioso,
pero cargado de ecos,
y algo más espeso
flotando, como una niebla
de gente cagada en las patas,
literalmente.
Lo metieron en un foso,
y lo dejaron quieto
vendado y frío,
por unas horas.
Cerró la mente
por un rato,
cuanto pudo,
Como un conejo
los escuchó venir
machacando en las sienes,
como una fiebre.
Obseno,
A punto de babear,
de reventar en fuego negro
su pecho tartamudo
hinchado,
deforme,
pidiendo a Dios la justa.
Entonces Ellos,
Se quedaron esperando,
callados,
para que sintiera el peso,
y cuando empezó a gritar
le tiraron un balde de agua fría
y lo molieron a palos,
lo sacaron ciego
a las patadas,
en un hervor de rabia
quebrantado,
hasta un cuarto,
le sacaron los zapatos,
y le pisaron los pies
lo tumbaron,
lo ataron con correas
y le amputaron las orejas.
Agua fría.
Le llenaron la boca de un pastiche
de tierra y grasa y aserrín,
y lo obligaron a tragar
hasta el vómito,
y lo obligaron a tragar,
hasta el vómito.
Callate.
Callate.
Ca-lla-te.
Le pasaron una soga por el cuello,
y el otro extremo en una viga
y lo colgaron,
y cuando no dió más
lo bajaron.
Agua fría.
Ellos.
Pero no lo mataron.
De vuelta en el foso.
No durmió.
No durmió más.
Así por cuatro meses.
Pero entonces Ellos.
Una y otra vez.
Y no durmió.
Hasta que un día
lo dejaron ver el sol
y él los perdonó.

 

vaya que fuerte, muy fuerte sin duda

 

Desde luego es fuerte. Ya lo mencioné en otro foro. No se trata de herir susceptibilidades, sino de descargar una verdad de la manera más cruda.
Creo que la poesía no solo es un vehículo sino una gran herramienta para denunciar y generar sensibilidad.
Hay una realidad que no solo es inherente a Latinoamérica. La crueldad, el abuso, la desintegración del espíritu humano, sucede en todos los rincones del Planeta.
Creo que revolución hoy en día es una palabra manoseada. Yo lo pienso en función de un cambio interior, personal. Que cada uno sea, día a día, mejor ser humano, en la medida de lo posible, y se cambiaría el mundo en poco tiempo.


Saludos y respetos, compañeros poetas.